Artículo de Paco Romero
“Ecologistas, por un lado, clamando por la pervivencia de la tierra y
ecologistas, por otro, suspirando por su buchito de agua”
“El apoyo mutuo, la adhesión, el respaldo, la fidelidad, la ayuda, el
favor, la solidaridad, bases irrenunciables en los que se fundamenta una
nación, fueron alanceados hace mucho tiempo”
La Cumbre del Clima arrancó ayer con objetivos claros: más
de 190 países se han dado cita en París -tenía que ser en París- para definir
los nuevos objetivos a la hora de combatir las consecuencias del Cambio
Climático durante la próxima década. La mayoría ha dado a conocer cuáles serán
sus contribuciones, compromisos con los que se alcanzarían los 2,7 ºC de subida
de la temperatura terrestre, a todas luces insuficientes y muy lejos de los escasos
2 ºC pretendidos. Todo ello si, finalmente, se confirman los datos de los
expertos que auguran una subida de “entre uno y cuatro grados”. ¡Toma comité de
eruditos!
En la Ciudad de la Luz, en las manifestaciones previas del
domingo, centenares de personas fueron detenidas en diversos altercados cuando
grupos violentos trataron de forzar los dispositivos policiales que impedían
toda reunión, en virtud del estado de emergencia decretado, mientras se
“entretenían” en realizar destrozos, incluidos los lugares en donde se
produjeron los atentados.
A la misma hora, entre un millar y dos de manifestantes,
según fuentes de la policía y de los organizadores, recorrieron las calles de
Guadalajara, en una protesta contra el trasvase Tajo-Segura convocada por la
Plataforma Ciudadana de Perjudicados por el Trasvase. Enarbolando pancartas
como “No al trasvase” y al grito de “Agua sí, trasvase no” o “Esto no es
sequía, esto es saqueo”, culminaron con la lectura de un manifiesto en la Plaza
de Santo Domingo.
Hasta aquí los hechos: ecologistas, por un lado, clamando
por la pervivencia de la tierra y ecologistas, por otro, suspirando por su buchito
de agua. Cosa bien distinta, las reacciones:
En París, tras la detención de más de un centenar de
manifestantes, se alzaron al unísono las voces del arco parlamentario, desde el
Frente Nacional y los republicanos, que no solo exigieron al gobierno un mayor
ejercicio de autoridad por los tropelías cometidas en la Plaza de la República
sino también sanciones ejemplares para sus ejecutores, al mismo Partido
Socialista en el gobierno, que lamentó los incidentes.
Los líderes políticos de la oposición continúan
preguntándose cómo, en pleno estado de emergencia, no se prohibieron las
manifestaciones: “Son intolerables estos ecologistas fundamentalistas que
profanan lugares de recogimiento”, “La extrema izquierda se limpia los pies
sobre nuestros muertos y se frota las manos por la laxitud de nuestros
líderes”, “¿Hasta dónde puede la abyección?”. Pero también la izquierda, con
comentarios tímidos ha expresado su indignación: “Estamos lejos de batalla
verde”, declaró el diputado socialista y ex ecologista Arnaud Leroy. “No lo
vamos a consentir”, aseguró Françoise Hollande.
A la convocatoria de La Alcarria se sumaron no sólo los
alcaldes de los 22 municipios ribereños de Cuenca y Guadalajara sino una
representación de cada uno de los distintos partidos políticos. Entre los
asistentes se encontraba el secretario provincial del PP y candidato al Senado,
Juan Pablo Sánchez; por el PSOE, las cabezas de lista al Congreso y al Senado,
María Luz Rodríguez y Riansares Serrano; José Morales por Ahora Guadalajara,
David Llorente por Podemos, y Orlena de Miguel, candidata al Congreso de C's.
Los mismos partidos que, en breve, con sus mismas siglas y, quizá -que a nadie le
extrañe que puedan ser los mismos- otros representantes, estarán apoyando las
manifestaciones que se convoquen “contra la sed” en las cuencas levantinas.
Allí estuvieron, todos, juntos y también revueltos, al
ladito de los que solicitan la anulación inmediata del Memorándum y exigen,
entre gestos de aprobación y público respaldo de los congregados, “unidad y
lucha conjunta en la defensa de los valores sociales, económicos y ambientales
de la comarca, por encima de intereses y consideraciones partidistas”. Todo un
circunloquio para proclamar que el agua de la autonosuya es de su
propiedad y de nadie más y que, por supuesto, ni una gotita para el que muera
de sed.
Dos vertientes, dos puestas en escena: por un lado, Francia,
donde todos o la gran mayoría aparecen en la fotografía, envueltos en una sola
bandera, del lado de la ley, la vigente en cada momento -ahora las dictadas por
el estado de emergencia-, apoyando a su gobierno e, incluso, tachándolo de
blandito y falto de autoridad con los exaltados; y por otro, La Alcarria
infeliz, que bien podía ser cualquier lugar de la vieja España, donde la
totalidad de los representantes políticos se retratan, rodeados de banderas
multicolores, al lado del populismo, de los discursos facilones, de ecologistas
de medio pelo, de la insolidaridad interregional y de la injusticia social.
El apoyo mutuo, la adhesión, el respaldo, la fidelidad, la
ayuda, el favor, la solidaridad, bases irrenunciables en los que se fundamenta
una nación, fueron alanceados hace mucho tiempo.
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