Artículo de Sergio Calle Llorens
Llevo más de un lustro escribiendo sobre la corrupción en la
taifa del sur. Un ejercicio difícil con el que me he ganado muchos enemigos que
ansían mi cuello. Como hoy lo de los duelos a espada ya no se estila, los
aludidos suelen terminar por tomar otro tipo de medidas que van desde las
amenazas de muerte, hasta la contratación de detectives para que a través de
éstos pudieran conocer mis fuentes.
Curiosamente que aparezcan fotos de mis
allegados con la leyenda “Se Busca”
no es constitutivo de delito.Tampoco que un servidor reciba en su correo el
siguiente mensaje: “Como no dejes de
escribir lo último que veas será el cañón de la pistola”. Y es que, según
los simpáticos agentes que me atendieron, para que sea considerada una amenaza
se necesita, pártanse de la risa, que el emisor de ese mensaje concrete su
identidad y el lugar donde va a cometer el ataque. Empero, la justicia sí tiene
a bien admitir todo tipo de denuncias -¡qué manía con denunciarme!- contra mi
persona pero, no por publicar nada falso, que nunca lo hago, sino por mis
poesías satíricas. En una de ellas, el demandante ponía el grito en el cielo por haber mencionado a su
recién nacido. En verdad, yo destacaba, con mucha gracia por cierto, que la
criatura siendo socialista iba a terminar colocado en algún puesto de la
administración paralela de la Junta de
Andalucía. Algo no solamente posible sino muy probable pero, ya les digo,
tendré que declarar ante un juez por el soneto.
Antes de marcharme, mi deliciosa vecina me regalaba una
tarta de chocolate que acompañaba con un mensaje en el que decía que
compartiendo mis ideas -ignoro a que ideas podía referirse- tenía a bien
mandarme un presente en solidaridad por mi enésima imputación. Degustando el
brebaje imaginaba a esos gerifaltes de la Junta junto al fuego en la invernada
y, mientras contemplan la llama meditan cómo engañar a los periodistas, lo cual
suele ser fácil, dada la tendencia natural de éstos a mirar solo aquello que
sucede en otras comunidades donde no gobiernan los socialistas.
¡Sembrar! La
actividad conlleva una gran dignidad. Lo que pasa es que yo solo he sembrado
vientos y ahora recojo tempestades. Las viñas que yo trabajé suelen estar,
como ocurre casi siempre en mi región, acostadas junto al mar con esa falda de
matices tan dulces. Viñas que fueron
durante generaciones tanto una obsesión como un encanto. Siempre buscando la excelencia a través de la
fórmula familiar del trabajo en los que se trata de obtener unos pobres litros
de vinos. Empero, estos caldos no son valorados en su justa medida ni por
seguidores, ni por detractores. En cualquier caso, el milagro de trasmutar mis
viñas en líquido elemento con el que golpear al enemigo tiene su miga. Si
ustedes me hubieran visto caminando para mantener la vida en esas laderas junto
a la mar. Escuchando sus bramidos. Observando cómo los espumarajos se hacen más
débiles. Disfrutando de esos atardeceres en los que el golfo se llena de
luceritos bajo un manto escarlata. Entonces tal vez hubieran entendido lo que
me empuja a escribir con las entrañas. Incluso podrían haber comprendido el
hecho, porque es un hecho irrefutable, de que una gran parte de aquellos que se
llamen periodistas tengan como compañeros de cama a esos políticos que tanto
han robado en las desgraciadas tierras del sur. Unos pobres diablos -aún
regados por distinciones del gremio- de los que podemos afirmar que la postura
que más han practicado en el sexo es de rodillas y pidiendo por favor. Imputado
sí, y a mucha honra.
Ánimo Sergio, contigo para lo que haga falta
ResponderEliminarMuchas gracias amigo pues eres la única persona que me ha mostrado solidaridad. La verdad es que a estas alturas no espero mucho de nadie pero, me ha tomado por sorpresa tal ausencia de empatía de los que suponen que deberían apoyarme. Días duros en los que he constatado la inmensa soledad que provoca luchar contra la Junta de Andalucía. En fin, un completo desastre. Un abrazo
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarNo estás solo, todos los que no tenemos tragaderas para tanto gañán y aún sostenemos el derecho a mantener como principios vitales la honradez y la nobleza, sufrimos el constante yugo de este régimen zafio que parece eterno, este universo de cuñados bajo el que nos asfixian entre latrocinio y amenazas. Malos tiempos para la gente buena. Pero al menos este maravilloso grupo de rebeldes estamos aquí presentes. No sólo cuentas con mi apoyo sino con mi más absoluta admiración. Siempre.
ResponderEliminarMuchas gracias de corazón. Un abrazo.
EliminarLo repito, no estás solo.
ResponderEliminarLo repito, no estás solo.
ResponderEliminarLos vientos que siembra Sergio reciben de mi reconocimiento. Quien no defiende la libertad acaba defendiendo la vida. No estamos solos. Piocerredo.
ResponderEliminarEn cualquier caso, muchas gracias a todos. De todas formas, quiero hacer mías las palabras que hace decir John Wayne a su personaje en "Centauros del Desierto"; "No creo en las rendiciones".
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