Artículo de Carolina Rodríguez-Cariño
Vivimos a un ritmo frenético el día a día. Estamos imbuidos
en nuestra vida cotidiana que va desde el trabajo a la casa, pasando por lo que
nos acontece en ese entorno cercano, local y nacional. He de confesar, como
antes me habréis leído, que el mío cruza el Atlántico y viaja a mi Caribe
natal.
Estos días creo que viajamos entre encuestas. Y muy
seguramente según nuestras querencias y cercanías, nos gustarán más unas que
otras. Más aquellas cercanas a Enero o éstas próximas a las elecciones
generales del 20 de diciembre, cuando estaremos entre “belenes”, si los
izquierdistas de vino y caviar lo permiten, turrones y en mi caso, hallacas y
pan de jamón. Pero pendientes de un período sin duda, histórico para muchos.
Probablemente, de todas las fechas y acontecimientos
políticos que he vivido en estos casi 11 años en la península, éste siento que
es el que nos podría marcar más de cara al futuro, inmediato y a largo plazo. Y
es que lo que se decide es mucho.
Ciertamente estamos llenos de errores del pasado, lo que nos
marca. La corrupción a todos los niveles llega a asquearnos, pero en cierta
forma nos ha puesto de cara a la política, que habíamos, y me incluyo, dejado a
unos señores que han “olvidado convenientemente” que son nuestros empleados. Y
eso, desde el presidente del Gobierno hacia abajo. Los elegimos como
administradores del Estado, que es de todos y cada uno de nosotros. Donde las
leyes son las que marcan la pauta a seguir. Pero hasta eso nos hemos saltado.
Creo que no deja de sorprendernos, y pienso que por fortuna
no perdemos esa capacidad, ante no solo la corrupción sino la impunidad con que
ella ocurre. Y es que en la hermosa región donde vivo, Cataluña, cada día las
páginas de diarios y redes sociales están plenas de acontecimientos cuyas cifras
superan nuestra imaginación. Pero lo más grotescamente asombroso, es que con
todo ello, sigan en la calle los autores de semejantes hechos, desfalcos,
cobros, comisiones y un larguísimo etcétera. Paralelamente y con una
tranquilidad pasmosa el “Govern” se declare
insolvente para afrontar la deuda con las farmacias, mientras han usado el
dinero (y a manos llenas) en promover la secesión (que no independencia),
insistiendo vehementemente como los seguidores de esas sectas religiosas que “Espanya
ens roba”. Con sus “telas” amarillas y estrelladas, con un “prusés”
que le recuerdo, pagamos todos, sí Usted que me lee lejos de mi casa y de esta
servidora, estemos o no de acuerdo con él, y que ambos estemos conscientes que
el delito de “sedición” existe, porque sí, que van contra la ley, pero nada
pasa.
Cataluña sin duda es una muestra más de todo cuanto ha
ocurrido en España durante los últimos 30 años de democracia. Pero no es la
única región donde la impunidad es la regla. Sino, pueden buscar los diferentes
artículos que publican un día sí, y otro también, mis compañeros de este
blog-diario-digital, sobre Andalucía. Y no tengo atisbo de duda que todo ello
será decisivo en esta nueva contienda electoral.
Si bien lo que llena los diarios toca temas variopintos, que
van desde la pre-campaña hasta los probables pactos que pudieran sucederse
luego del 20D, nadie pone en tela de juicio que su voto pueda ser “usado” de
forma fraudulenta. En España nadie duda que la votación es fiable. Que incluso
el voto por correo es absolutamente respetado.
Entretanto, las discusiones entre los venezolanos en mi país
giran en torno a la participación o no en las próximas elecciones del 6D,
cuando se eligen los nuevos representantes a la Asamblea Nacional, antiguo
Congreso de la República, otrora de Venezuela, y desde la constitución de 2002
con el “primer nombre” de Bolivariana. Que no hace tanto nos cambiaron el
nombre, si lo pensamos bien. Muchos son los que llaman a que la votación sea
masiva, a fin de garantizar el menor porcentaje de fraude, sí sí, como lo lee,
fraude. Porque Usted verá, el árbitro, llamado Consejo Nacional Electoral
(CNE), imparcial, lo que se dice “imparcial”, poco. A decir verdad, nada. Y
ahora que lo pienso quizás su nombre sea otro y tenga algo como “Popular” en
medio, como casi todo en el país de lo posible.
La historia es corta, pero difícil de entender para quien no
está acostumbrado a estos “teleles”. Todos los
poderes en la Venezuela chavista son nombrados por el gobierno, desde el Fiscal
de la República, el Defensor del Pueblo (o del puesto), hasta los jueces del
Tribunal Supremo, incluyendo sin duda alguna, los “rectores” del CNE. Para más
inri, las elecciones son casi en su totalidad vía digital, a través de una
pantalla con un software manejado también por el CNE. Así pues la oposición,
quien va cada día más desunida, tiene en primer lugar que convencer a un
electorado que no cree en unas votaciones limpias ni en ellos mismos, que
participen. Aparte de pedir el voto por cada candidato. Porque no sé si muchos
recuerdan que existe un cable submarino que se instaló para contactar a Cuba y
Venezuela, lo que luego se hizo vía satélite, con lo cual, no pongo en duda que
mucho de lo que allí se decida se haga también por “otras vías”, como se ha
hecho antes. Vamos, que lo tienen crudo, y mucho. Ojo, y que no se dude que
habrá, como siempre, veedores internacionales, que hemos tenido invitados a
diversos personajes, como a Juan Carlos Monedero, el mismo de los 9 millones de
euros, y a Gaspar Llamazares, quien decía que había que apoyar al régimen de
Hugo Chávez para el referéndum revocatorio de 2004.
Mientras en España nos asombran los hechos de corrupción, la
impunidad, los programas electorales posibles o imposibles, si existen o no. En
mi país intentan convencer un electorado que debe pasar horas en colas,
literalmente llueva, truena o relampaguee, según el día de la semana y de
acuerdo a su documento de identidad para poder adquirir productos de primera
necesidad, tanto alimenticios como medicamentos, si es que los hay, con una
inflación que ya se ha instalado, aunque Usted no lo crea, en los tres dígitos,
cosas de la revolución bonita…
Si hemos tenidos meses previos algo moviditos,
los días que vienen creo que estaremos en medio de un tsunami. Así que señores,
como dicen en mi tierra: ¡A ponerse las alpargatas que lo que viene es joropo!
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