Artículo de Luis Escribano
Desde hace meses
se publica numerosa información sobre el caso de la filtración de exámenes en
oposiciones al Cuerpo de Policía Local de Sevilla. En este "universo de cuñados" que es Andalucía, tal como en su día bautizara el insigne Eduardo Maestre a esta extendida orgía de corrupción, el caso de los
policías locales de Sevilla saltó a los medios cuando un grupo de opositores
denunció el fraude en determinadas convocatorias de oposiciones al Cuerpo de la Policía
Local. Los hechos fueron puestos en conocimiento de la Delegación de Seguridad,
que ordenó una investigación interna, trasladándolo a la Fiscalía a fin de
esclarecer si lo denunciado era cierto y constituía delito.
En 2013, el
Ministerio Fiscal envió sus conclusiones al Juzgado, señalando que los hechos
expuestos podrían ser constitutivos de los delitos
de revelación de secreto y prevaricación. La instrucción del caso está en
manos del Magistrado Juan Jesús García Vélez, en el Juzgado de Instrucción nº 9
de Sevilla.
A mitad del año 2014, el juez hizo saber
a los policías que aprobaron mediante la filtración su «condición de terceros civiles responsables» de estos delitos. Es
decir, tras la sentencia firme en este sentido dejarían de ser funcionarios y devolverían
todo, desde el dinero que han cobrado desde su nombramiento –que incluye costes
como la preparación en la academia-, hasta el arma y el uniforme. A fecha de
hoy están imputados todos los miembros del tribunal de las oposiciones, es
decir, el superintendente, otro policía, un sindicalista y varios funcionarios,
así como los numerosos policías locales sospechosos de haber copiado los
exámenes.
Tanto los 37 policías locales de Sevilla como el superintendente siguen hoy en activo, aunque cueste creerlo. No
olvidemos que los policías locales son funcionarios de las Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad españoles, y como tales, su conducta debería ser intachable, mucho
más cuando tienen entre sus funciones el poder privar de libertad a cualquier
ciudadano, e incluso el empleo de armas si fuera necesario. Además, la promesa
o juramento de acatar y cumplir la Constitución que hacen los miembros de todos
los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad, no constituye un mero trámite o formalismo,
sino un requisito esencial, constitutivo de la condición policial y al mismo
tiempo símbolo o emblema de su alta misión. Si tuvieran algo de dignidad,
tendrían que dimitir todos los imputados si fueron partícipes o tuvieron
conocimiento de ello y no actuaron en consecuencia.
Este hecho demuestra hasta qué punto, en esta maldita tierra andaluza, el
nepotismo se considera un “mal menor”, por llamarlo de alguna manera. El que
metan “a dedo” en una Administración
pública a cónyuges, hermanos, sobrinos, hijos, y cualquier otro parentesco del
universo de cuñados, parece considerarse
un regalo divino, a pesar de que en nuestro Código Penal está contemplado
como delito, y que vulnera dos derechos fundamentales de los españoles
establecidos en nuestra Constitución, en sus artículos 14 (principio de
igualdad) y 23.2 (principios de mérito y capacidad).
Como muestra, un botón. Recuerdo el día
en el que, participando como vocal en el tribunal de unas oposiciones a plazas de
policía local en un conocido municipio del Aljarafe sevillano, como
representante de la Junta de Andalucía, se celebraban las pruebas físicas.
Estas pruebas eran públicas, y muchos familiares y amigos de los opositores
estaban presenciándolas. Uno de los aspirantes era un interino que desarrollaba
su labor como policía local del municipio, y pesaría más de 100 kilogramos, dado
que su barriga era muy prominente. Tras intentar saltar la valla en altura dos veces, no
superó la prueba. Al instante, se aproximó el entonces alcalde, que era el
presidente del tribunal, y apartándome del resto de personas para que no
hubiera testigos, me intentó convencer para que admitiera que sí había superado
la prueba, que pensara en su pobre familia... Obviamente, era su palabra contra la mía y no podía denunciarlo sin
pruebas, pero tuve la satisfacción de enviarlo a paseo.
No contento con la situación, acto
seguido se me acerca igualmente el representante del sindicato, y también
apartándome para que no hubiera testigos, repite la jugada del alcalde. Mi
indignación fue de tal calibre que ya no lo volvieron a intentar más ni el uno
ni el otro. Estimados lectores, esta es la realidad en el día a día de muchos
tribunales de oposiciones, ingresando en las Administraciones por la puerta de atrás personal que no
está suficientemente preparado, y que luego lo sufrimos los ciudadanos. El
nepotismo es una gangrena que corroe la Función Pública, y perjudica a la
prestación de los servicios públicos. Pocas son las denuncias que se presentan.
Desde luego, para Juan Espadas, el
alcalde socialista de Sevilla, una filtración de exámenes no es
motivo suficiente para abrir expedientes disciplinarios en el orden
administrativo, cuando sabe que la Ley le obliga a abrir esos expedientes y
adoptar cuantas medidas provisionales sean necesarias para la salvaguarda del
interés general, lo cual está demostrando con sus declaraciones y conducta que
el Derecho, como se dice en mi tierra, le importa un pimiento. Y Susana Díaz, la
“implacable luchadora contra la corrupción”, ni siquiera le llama al orden. Y
es que son tal para cual, en el mismo partido político.
El alcalde del
PSOE, Juan Espadas, ha manifestado públicamente que no iba a suspender provisionalmente
de empleo y sueldo a ninguno de los imputados, porque no iba a dejar a sus
familias sin ingresos. ¡Genial, Sr. Espadas! Y a las familias de los que no
pudieron ingresar como policías locales en las oposiciones por culpa de estas
torcidas conductas de los imputados, ¡que les den morcilla! Tiene usted tanto sentido
de la Justicia como un ciego de la vista. ¡Demasiada paciencia están teniendo
los opositores que se vieron perjudicados en este asunto tan perverso!
En Andalucía y en Toda España la corrupción, su encubrimiento, la complicidad y la impunidad campan sin barreras. España en decadencia. De valiente a valiente un afectuoso saludo. Piocerredo.
ResponderEliminarPiocerredo, gracias por tu comentario. Así es, no hay límites salvo para el delincuente de poca monta. Es lamentable que todavía algunos crean que votando a otro partido político la situación va a cambiar. ¡No hay más ciego que el que no quiere ver!
EliminarDesde la tribuna seguiremos viendo como España se hunde, a pesar de los avisos que damos.
Un afectuoso saludo.