Artículo de Sergio Calle Llorens
Me gustaría saber
cómo se las ingenian estos tertulianos profesionales que no tienen nada que
decir y no paran de hablar, y encima viven de lo que hablan. Ahora les ha
dado por analizar a la chica del momento, a la mujer que ha triunfado en las
elecciones regionales catalanas: Inés
Arrimadas que se ha arrimado a una victoria colosal llevando a su
formación a ser la segunda fuerza política en esas tierras. Profundamente bella
y escandalosamente inteligente. Criatura
tímida que, a pesar de su aspecto frágil, ha demostrado una fortaleza
espectacular. Debe de ser corajuda para aguantar la propaganda oficial
nacionalista y los ataques de la muchachada independentista para, además,
ganarles esas elecciones plebiscitarias.
Sin embargo, de todo lo que se ha comentado de la nueva Agustina de Aragón, nadie, o casi
nadie, ha reparado en un hecho que a mí se me antoja fundamental. Arrimadas es
natural de Jerez de la Frontera. Un
natalicio que debe hacernos pensar que para una vez que sale una andaluza
política que vale la pena, va y se nos marcha a Cataluña a hacer carrera. Es el colmo de la mala fortuna. La
historia del sur podría haber sido diferente si la macarrónica Celia Villalobos o la patética Susana Díaz hubieran sido las que
emigraran al norte hace años pero, por supuesto, la taifa del sur es la mejor
sucursal de Murphy, aquel señor de
la ley. Aquí todo lo que puede salir
mal, saldrá peor.
Doña Inés, “no me
quites la razón si has de dejarme la vida”, solo abre esa boquita de piñón
cuando se le pregunta. Y encima para expresarse de una forma dulce y
acaramelada aplicando el sentido común
que es el menos común de los sentidos. Confieso que esta niña me ha emocionado
en todos los debates en los que ha participado en TV3 porque, permítanme el símil futbolístico, era como jugar un
partido fuera de casa y con los colegiados comprados y, terminar ganando por
goleada. Por un momento me recordó a
John Wayne en plan desafiante al negarse a cantar “els segadors” tras la
declaración chorra de Forcadell.
Inés que ha pintado todo el cinturón rojo de Barcelona en naranja es lo contrario a Juan Marín, el feo líder de voz gangosa
que ha puesto colorados a sus partidarios al pactar con la secta del capullo en
Andalucía. Inteligencia versus
idiocia. Pero nos desviamos porque, al margen de todas las sesudas
interpretaciones que se pueden hacer de los méritos de esta fémina, lo
relevante es apuntar una verdad tan grande como
La Sagrada Familia de Gaudí: en el sur la mujer que vale se hace
trabajadora o emigra y, la que no, se nos mete a política.
La tragedia andaluza es que aunque Inés Arrimadas presentara su candidatura política en la República Bananera de Andalucía, su
inteligencia no le valdría para ganar a La
Garduña socialista. Por todo lo
expuesto solo me queda, al margen de desearle mucha suerte en su aventura
política a nuestra heroína, darle un pequeño consejo: ni se le ocurra volver a
estas tierras desgraciadas y abandonadas por la mano de Dios. Y es que el altísimo jamás bendecirá a esos andaluces tan
cobardes que no merecen a alguien como la inigualable Doña Inés.
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