Artículo de Mazelmind
Hace
muchos años, antes de vivir en España, un tío mío, “rojo de caviar y coñac” que se dedicaba a asesorar políticos me dijo que
Jordi Pujol era como una vedette. En aquel momento no entendí el alcance de lo que oía, pero lo guardé
bien en algún sitio. Luego el tiempo
trajo esas palabras de vuelta. Ahora no sé si la vedette era Pujol o los que vendían los ciudadanos a su
causa mientras él nos catalanizaba a todos a la vez que hacía crecer sus negocios y los de su familia.
No
se puede dejar de lado a quienes han
mantenido a la casta pujoliana en el poder y que si pudiesen, la seguirían manteniendo. A los
creyentes nadie les ha obligado a nada, lo suyo es una opinión “libremente” expresada en las urnas. Se puede hacer un análisis chabacano del nacionalismo diciendo que a muchos les da
igual que les zurzan mientras les zurzan
en perfecto catalán o se puede intentar
hacer un diagnóstico tan profundo como inútil.
El
diagnóstico de estas cuestiones
políticas
ahora mismo da un poco igual porque dudo que ningún representante se
ponga a leer estos análisis y porque en vista de
los hechos y las circunstancias vale más
un furgón de policía que un psicoanalista sesudo.
Claro, yo ya sé que no sirve de mucho pero aún así, llevo tiempo pensando en ello y lo comparto.
En
esta frase se esconde, a mi humilde entender, la explicación de por qué se perdona la corrupción y la podredumbre política. Octave Mannoni
acuñó la frase “Ya lo sé, pero aún así...”
El
psicoanálisis lacaniano incide en la falta, en el vacío y sobre todo en la manera en que el sujeto intenta
sobreponerse al hecho de la falta. Y definámosla como el vacío,
lo que no hay, lo que se busca o a lo que se aspira.
El
origen está en lo más primario del ser humano y la relación con un gran Otro encarnado por la madre en primera
instancia. El niño descubre que la madre no
es un ser completo ni perfecto y trata
de colmarla de llenarla, de satisfacerla. A veces el niño necesita obviar que la madre no es perfecta porque si no lo
es ella que hace de espejo quizás el niño tampoco pueda serlo nunca. Ha de entrar en juego el No
encarnado por el Padre o figura que haga su función, que es quien muestra la falta, que corta.
Pero
las personas necesitamos la "zanahoria" y a menudo esta se encuentra
en lo prohibido, que aunque no sea perfecto y aunque sea de otro, hacemos como
si lo fuera y vamos tras ello porque es
nuestro modo de seguir hacia adelante, ignorando las carencias y los límites y a veces despreciando a quien nos las hace ver.
Una
y otra vez actuamos la fórmula “ya lo sé pero aún así...” y entonces tampoco es casualidad que esto se aplique a la
política que en el fondo es una
manifestación humana como otras. La fórmula
en sí misma no es indicativa de patología, por supuesto, porque
si el humano no fuese capaz de pasar por alto supuestas limitaciones no habría productos creativos ni ciencia, ni tecnología ni casi nada. Sin embargo hay una línea muy fina que pasa de
obviar limitaciones y llega hasta a encubrir
tramas corruptas, ocultar delitos o hacer oídos sordos a aquello que traspasa los límites legales y por qué no
, entiéndanse los límites legales como la función Padre, la del que dice NO.
Es aquí cuando la clínica psicoanalítica habla de perversión.
Iris
Sánchez de la Asociación lacaniana Internacional
delínea tres características del perverso:
1)
Tiene una particular relación con la ley. La
transgresión es la regla por
excelencia y las leyes comunes a todos son vistas como un obstáculo que busca la forma de evadir fingiendo que la respeta.
Para él la ley que prima es la
de su deseo.
2)
El otro es visto como un ser desechable
y en general no es visto como semejante. Esto es necesario para poder hacerle
daño sin sentir culpa.
3)
El saber que cuenta es sólo el que está al servicio de la voluntad de goce del perverso.
Hay
manifestaciones psicológicas que producen dolor
psíquico que motivan al individuo a pedir
ayuda. Sin embargo las patologías que se acompañan de creencias políticas,
religiosas o cuasi-religiosas son impermeables al análisis y la ayuda ya que producen un tipo de certezas y
satisfacciones que las protegen de la razón.
Y extrapolando al terreno político, en el caso de regímenes totalitarios con gran cantidad de seguidores el
problema subyace en que los sujetos que creen firmemente en un Otro son capaces
de obviar sus faltas y sacrificarse o trabajar para el bien de dicho ente al que creen que
completan. Estas personas difícilmente escucharán la voz que corta aquello que no es más que una fantasía infantil de completud y perfección.
Sí, habéis leído bien. Estoy
afirmando que quienes se aferran a ideas políticas que endiosan líderes e ideales que pasan por encima de las leyes creadas por
las personas para regular lo que desde tiempos inmemoriales nuestra cultura ha
definido como el bien, son perversos.
Su
perversión reside en saber que
pasan por encima de personas , que se saltan las leyes pero AÚN ASÍ consideran que su gran
Otro, su gran Dios creado necesita que
ellos lo completen y hagan oídos sordos a la realidad
que se impone.
Estos
días vemos grandes ejemplos de exaltación patriótica en Cataluña, una nueva presidenta del Parlamento que hace años pone su fuerza al servicio de algo que considera una gran
empresa, un séquito de votantes que casi
ruega que se contravengan las reglas del juego aunque sepan que eso puede dañarlos a ellos mismos, al resto de ciudadanos y traer
consecuencias legales y, por supuesto, morales.
Quizás la parte interesante de todo esto es que a menudo cuando el
perverso se salta las reglas a sabiendas en busca de “la zanahoria” es bastante habitual que
esta desaparezca cuando la toca. Porque una cosa es lo cree el perverso y otra
muy distinta, que el mundo funcione como él cree.
Se
teoriza sobre el Padre, la Ley o el NO y estos, afortunadamente, existen.
Y ahora parece que el No tiene pinta
de furgón policial.
Suerte
conciudadanos.
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