Artículo de Rafa González
Cuando
esta semana saltó la noticia del supuesto robo de cobre en las vías del AVE de
Cataluña, con datos como que el valor del metal robado anualmente asciende a 16
millones de euros (la mitad de ellos en Cataluña), en algún bar de España
alguien se debió preguntar si no somos un país del tercer mundo. Pensamiento
ante el cual su interlocutor se habría ofendido, arguyendo que esto ocurre
hasta en las naciones más avanzadas.
Sin
embargo, cuando días más tarde salió a la luz que se trataba de un simple
sabotaje, ya que el cobre robado se reducía a 20 cm y además se había
cortado la fibra óptica, algunos malpensados como el autor que esto escribe
caímos con algo de grima en la cuenta de que este sabotaje podía no tratarse de
una simple travesura, ya que sucedía precisamente en la misma semana y en la
misma comunidad autónoma donde un partido antieuropeísta, comunista y, en
general, antisistema, la CUP, ha hecho el primer llamamiento serio de un
partido a desobedecer las leyes y romper definitivamente con España para
comenzar a construir la tan ansiada República catalana. En resumen: dando
rienda suelta a mi imaginación, el sabotaje de las vías de alta velocidad en
tierras catalanas me llevó a temer que nos hubiéramos convertido indiscutiblemente
en un país del tercer mundo y que hubiéramos adoptado definitivamente el rumbo
de Sierra Leona.
Sierra
Leona? Se preguntarán ustedes... Sí. Este país de África Occidental, como
muchos otros del continente negro, fue en tiempos coloniales mucho más rico de
lo que es ahora. Según relatan Daron Acemoglu y James A. Robinson en el genial
libro Why nations fail (por qué fracasan las naciones), en
1896 Sierra Leona se había convertido en una colonia británica, en régimen de
protectorado, aunque aún entonces el país no pasaba de ser una amalgama de
muchos reinos tribales. Los británicos, que habían fundado la capital,
Freetown, decidieron que la estrategia para acceder al interior tenía que
consistir en dos puntos. Por un lado, el pacto y el consenso con los reyezuelos
de la selva, concediendo a los líderes tribales el título de paramount chief;
así, en el rico distrito minero de Kono, por ejemplo, el rey guerrero Suluku se
convirtió en el jefe de la nueva autonomía de Sandor. Por otro lado, los
británicos estaban convencidos de que, para controlar mejor el protectorado,
era necesaria una infraestructura de ferrocarril.
Los
colonizadores creyeron que este proceder les daría carta blanca en sus
dominios. Sin embargo, cuando los europeos avisaron al personal sus intenciones
de introducir el famoso hut tax (impuesto a la choza,
consistente en cinco chelines por casa), la población indígena se levantó en
armas y dio origen a lo que ha pasado a la historia como la Rebelión del
Impuesto a las Chozas. Así que la guerra civil, que había comenzado en el
norte, duró más de lo esperado, especialmente en la provincia sureña de
Mendeland, dominada por la casta del pueblo mende. El conflicto influyó en el
recorrido del ferrocarril que había empezado a construirse en 1896, y el
trazado, que se había esperado que recorriera el nordeste, se desvió al
sudeste, pasando por Waterloo y Rotifunk (infestada de rebeldes) hasta llegar a
la ciudad de Bo. Si antes los británicos imaginaban que el tren les ayudaría a
vertebrar su protectorado, ahora simplemente tenían prisa por encontrar un
medio rápido para movilizar a unas tropas con más trabajo que el fontanero del
Titanic.
EL
PODER POR ENCIMA DEL BIENESTAR DE LOS CIUDADANOS
Pero
no sería hasta 1967, seis años después de la independencia de Sierra
Leona, cuando el país certificaría su descenso definitivo al subdesarrollo. El
Partido del Congreso Popular de Siaka Stevens, apoyado mayoritariamente por
tribus del norte, ganó por poca ventaja las elecciones a los hermanos Margai,
del Partido Popular de Sierra Leona, que fue votado sobre todo en las ricas
regiones exportadoras del sur, justo en las provincias por donde pasaba el tren
que décadas antes sirvió para actividaes militares y ahora era un medio de
desarrollo económico y todo un símbolo de la pujanza económica de la nueva
nación africana. El nuevo presidente Stevens comprendió en seguida la
importancia de esta infraestructura en el desarrollo, la prosperidad y la
libertad de la población, y el muy listillo decidió no solo suprimir todas las
conexiones, sino también sabotear los trazados, vender los hierros de las vías
y decretar al estilo de L'etat c'est moi que cerraran todas
las estaciones de tren del país. El dictador se acabó asegurando la poltrona
para los próximos 20 años.
Aunque
el sabotaje de las vías de Cataluña pueda servir de metáfora a ese llamamiento
antisistema a romper puentes con España (qué es el AVE si no una manera de
vertebrar España y Europa?), en realidad somos muchos los que pensamos que el
tren español fue saboteado mucho antes, concretamente en 1978. Y no solo por
los nacionalistas catalanes. Fue saboteado, en general, por todos los políticos
que entonces dieron el famoso café para todos, esperando que
la partición del territorio en comunidades autónomas (troceamiento con
antecedentes solo en la breve y conflictiva España cantonal y en la medieval
España de la Reconquista) a las puertas del surgimiento del Internet
acercaría la administración a los ciudadanos y sellaría el buen rollito entre
los compatriotas. Nada de eso, en realidad, ha sucedido.
Lo
que ha sucedido, en realidad, es todo lo contrario. Y lo peor es que las
consecuencias no han sido solo económicas (déficits y deudas incontroladas) o
sociales (que te puedan hacer un análisis de sangre solo en un hospital de la
comunidad autónoma en la que estás empadronado), sino que, lo estamos viendo
ahora mismo, los agravios comparativos entre regiones y la manía de echar
balones fuera a otra administración son el pan nuestro de cada día. Se han
imaginado ustedes alguna vez una España republicana y centralista, al estilo de
Francia, con socialistas también como los franceses que en vez de creer en
hechos diferenciales aprueben la fusión de departamentos (como hizo el primer
ministro Manuel Valls)? Se han imaginado ustedes un país donde, a falta de
duplicidades, el ciudadano tiene muy claro quién es el responsable de cada
desaguisado? Un servidor lo sufre a diario con amigos andaluces socialistas:
cuando la economía va mal, es culpa del Gobierno nacional del PP. Cuando va
bien, es gracias a la Junta. Utilizaré la fórmula mágica de Antonio Burgos: tekieyarcarajo?
UN
ESTADO AUTONÓMICO BLINDADO
Cuando
Luis del Pino comenta que los gobernantes españoles se disponen a 'blindar' el
estado autonómico, uno se pregunta si no lo está ya desde hace tiempo. Y muy
especialmente desde la fiebre de los nuevos estatutos de autonomía fomentados
en tiempos de Zapatero. Se acuerdan de la famosa reforma de las
administraciones públicas anunciada por Rajoy en 2013? Qué ha sido de ella?
Cuánto ha contribuído a rebajar el déficit, la deuda, el despilfarro? Ahora que
nuestra deuda roza el 100% del PIB, sería bueno recordar que esa reforma chocó
frontalmente, con resultado de muerte, contra el muro de las autonomías.
Cojan El País del día 12 de agosto de 2013 y lean con estupor cómo la reforma
propuesta por el Gobierno del PP se basa en 'propuestas y recomendaciones', y
cómo la Junta rechazó muchas de estas propuestas por 'atacar' hasta 40
artículos del estatuto que garantiza el supuesto autogobierno. Incluso con
medidas tan lógicas como la de integrar el servicio autonómico de meteorología
en la Agencia Estatal de Meteorología; o la de integrar y racionalizar
observatorios regionales. Todo, según la Junta, era un ataque a los
andaluces.
Pero,
en realidad, todas estas agencias, todos estos entes, todos estos
observatorios, o, en palabras de Azorín, ''todo esto, qué nos importará a
nosotros, los que ante el panorama de Castilla, de Levante o de Andalucía hemos
meditado el presente trágico de España? Una disparidad profunda existe entre la
política y la realidad''. Cien años después seguimos exactamente igual, pero en
caída libre por culpa de ese tren que pudimos coger pero que fue saboteado en
1978. El que se ofende cuando oye que España es, en 2015, un país
subdesarrollado, debería quizá leer la descripción que Carlos Nino dio de
Argentina en su libro Un país al margen de la ley: ''A pesar de la
gentileza con que se lo clasifica como 'país en vías de desarrollo', Argentina
es uno de los pocos países del mundo en pronunciadas vías de subdesarrollo, es
decir, es un caso notable de reversión fulminante y rápida de un desarrollo
social y económico considerable que ya se había alcanzado''. Les suena?
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