Artículo de Paco Romero
“Nos hemos habituado de una forma pasmosa, facilona, a veces grotesca y
siempre vergonzosa, a que las instituciones tomen por nosotros las decisiones
que solo a nosotros atañen”
Nuestros ediles han vuelto a mostrar su preocupación por
nuestra salud, o al menos en lo que a su apartado social se refiere. Para ello,
dentro del “Plan de promoción y protección de la salud afectiva sexual de los
sevillanos y las sevillanas”, ha anunciado para hoy como fecha límite de
presentación de ofertas la licitación de un contrato
de suministro de 7.000 monodosis de “lubricante vaginal y anal”, destinado
a un programa de educación sexual que se viene realizando entre alumnos de más
de 16 años de institutos de Educación Secundaria y que tendrá un coste para las
arcas municipales de 1.470 euros, eso sí -dice el informe técnico- tras
valorarse “la mejor oferta económica”.
Resulta llamativo que el anuncio por el que se da a conocer
la adquisición de los protectores de estregones venga precedido de un largo
preámbulo en el que se justifique el gasto con el aserto de que el Plan siempre
“ha trabajado” con preservativos y lubricantes, pero que en esta ocasión solo
hacía falta de los últimos, ya que “en
2013, el Gobierno de Juan Ignacio Zoido adjudicó a la empresa Gautex
Médica un contrato para el suministro de preservativos masculinos por 4.300
euros, de los que aún tenemos porque sobraron en los últimos talleres”. Lo
que, por una parte, patentiza que dos años después estamos “sobraos” de látex
y, por otra, deja entrever que el anterior alcalde, tras perpetrar semejante
despilfarro por medio de un acto administrativo “muy cercano” a la malversación
de caudales públicos, no favoreció el ayuntamiento, ésta vez entendido como la
quinta acepción del Diccionario de la lengua española, como debiera. Por
cierto, a estas alturas y con tanto entusiasmo por el provecho y el ahorro, ¿de
fechas de caducidad cómo andamos? ¡No vayamos a liarla, pollito…!
Nos hemos habituado de una forma pasmosa, facilona, a veces
grotesca y siempre vergonzosa, a que las instituciones tomen por nosotros las
decisiones que solo a nosotros atañen. Para ello, el consistorio, incluso se
permite “ilustrarnos” con una parrafada del siguiente tenor: “la educación sexual, en cualquier etapa de
la vida, no consiste simplemente en lograr evitar los embarazos no deseados o
la transmisión de Infecciones de Transmisión Sexual, sino también tiene
como objetivos el lograr que cada persona sea capaz de establecer relaciones
amorosas y afectivas de buen trato, relacionarse de una manera equilibrada,
reconocer sus derechos sexuales y reproductivos, tomar decisiones de
manera libre, saber pedir, decir no, atender a sus deseos, disfrutar de las
relaciones eróticas, cuidarse, quererse, proteger, afrontar dificultades... la
sexualidad, es un concepto muy amplio que, incluye además la comunicación, la
afectividad y el placer; el cuerpo es su base y por este motivo es importante
conocerlo, sentirlo y vivirlo”. Ya lo decía la sin par ministra cañaílla,
en los umbrales de la última crisis: “los españoles no tienen que preocuparse
porque para eso estamos nosotros”. Idea más que impregnada en los genes y que
subyace con más fuerza mientras más nos escoramos a babor; gerifaltes
convertidos por voluntad propia y por dejadez de los incapaces -así nos
consideran, quizá con sobradas razones-, en nuestros ineludibles curadores, y que
groseramente se injieren en nuestros inalienables, inmanentes e
imprescriptibles derechos individuales nacidos de la concepción liberal surgida
de la Ilustración, hace ya tres siglos.
¿Estarán dispuestos nuestros mandatarios a asimilar que cada
cual es muy libre de vivir la sexualidad a su antojo con el único respeto a la
libertad de los demás? ¿Tan difícil les resulta entender que a mis hijos los
educo yo, que el artículo 27.3 de nuestra Constitución continúa vigente y que,
tanto la gente menuda como los adolescentes han de llegar educados desde casa a
los colegios e institutos, con lapicero y borrador en ristre, con calculadora y
compás y, en el plano de la salud afectivo-sexual -a voluntad y sin
intromisiones ilegítimas en su esfera privada- con condones o sin ellos, con
vaselina o sin lubricante, o, llegado el caso, con arena, pedernal o fusta de
cuero?
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