domingo, 20 de septiembre de 2015

Tribulaciones de un andaluz en Irán (III)

Artículo de Rafa González


Mitos, leyendas y realidades
No fui a Irán para escribir mal como hacen casi todos los medios de comunicación ni para escribir bien como hacen los blogueros románticos que le hacen la cama al régimen. Solo quise ver la realidad con mis propios ojos y compararla a aquella a la que estoy acostumbrado en Europa. Me dijeron que la antigua Persia era un país educado y culto pero, sin embargo, se me hace difícil firmar tal aserto cuando, al salir del metro de Teherán, nadie respeta algo tan mínimo como dejar salir antes de entrar. Eso sí, los recepcionistas de hotel pueden llegar a saber más de geografía europea que los propios recepcionistas europeos. Se trata de un país de muchos contrastes.

Últimamente se habla mucho de las sanciones a Irán, que tras el acuerdo nuclear con Occidente van a ir supuestamente reduciéndose. Ante las sanciones, habría que aclarar lo siguiente: al igual que en Cuba, son impuestas por la comunidad internacional por iniciativa de Estados Unidos. La ONU ha llegado a aprobar múltiples resoluciones desde la toma del poder por parte de los ayatolás y la invasión de la embajada americana en 1979. Las resoluciones 1696, 1737, 1747, 1803, 1835, 1929, 1984, 2049 y 2231 son algunas de las medidas que el mundo libre ha adoptado tras las sucesivas negaciones del régimen iraní de abandonar el enriquecimiento de uranio. En 1995 se introdujeron nuevas sanciones (levantadas parcialmente en 2013) que evitaban la venta de partes de aviones a aerolíneas iraníes. Sin embargo, llama la atención que frente a la crisis de abastecimiento que sufre la isla caribeña, en Irán la actividad económica a día de hoy es boyante y la comida barata es abundante, sin mencionar el hecho de que sólo existe una moneda oficial, el rial, y que no hay cartilla de racionamiento alguna. Aunque es verdad que las sanciones impuestas en 2011 hicieron que la moneda nacional se hundiera un 60% respecto al dólar. Pero oiga, si no le gusta América, no se queje si se queda sin divisas. Por cierto, es curioso que haya todavía gente que cree que los bancos nunca pagan. La entidad francesa BNP Paribas tuvo que apoquinar en 2014 una multa de hasta 8.900 millones de euros por saltarse las sanciones impuestas por EEUU en Irán.

La clave de esta diferencia está en que Cuba es socialista, mientras que Irán respeta la propiedad privada. Es más, las sanciones en Irán han llegado a aislar al país del sistema financiero internacional, lo que impide a los turistas sacar dinero de los cajeros o los bancos. No es así el caso de Cuba, donde cualquier extranjero puede hacer uso de su Visa, privada al cubano. Es verdad que Irán no puede exportar ni  importar de Occidente todo lo que le gustaría -y eso sí causa estragos a los persas-, pero el país se las ha arreglado muy bien para importar tecnología de otras naciones, como China o Rusia. La empresa Industrial & Engineering Inspection Co. of Iran es la entidad que se encarga de supervisar las importaciones que entran en Irán, y tiene sedes repartidas por Japón, Alemania, China, Rusia, Emiratos Árabes y Turquía. Por todo el territorio iraní es frecuente ver marcas cuyo nombre ha sido casi copiado de multinacionales occidentales: Sinokia para tiendas de móviles, Sitotis para ascensores y escaleras mecánicas, etc.
Escaleras mecánicas en un cruce de la ciudad de Esfahan, foto de Rafa G. García de Cosío.
El procedimiento es simple. Las empresas iraníes 'colocan' ofertas en Internet para la compra de la tecnología a la que no pueden acceder por las sanciones contra las alianzas estratégicas, y dichas ofertas a veces aparecen incluso en chino. Es el caso de Sitotis Engineering Co., empresa con base en la ciudad de Yazd.
Oferta de compra de elevadores en una web iraní.
Entro en un gran supermercado de Isfahan y encuentro más sorpresas. Hay muchas marcas de Occidente, incluso españolas. El aceite de uva La Española está presente en los pasillos como si me encontrara en un Carrefour de Albacete, pero aún no he llegado a lo más fuerte.
Aceite de marcas españolas expuesto en un supermercado, Foto de Rafa G. García de Cosío.

Teniendo en cuenta que el régimen iraní prohibe terminantemente la venta de bebidas alcohólicas y la teocracia solo contempla el sexo como el regalo de Dios para la procreación, sorprende sobremanera encontrarse con cajetillas de preservativos en el supermercado. Sí, es verdad que podrían venderse para evitar las enfermedades, pero entonces el turista ingenuo se pregunta por qué se llega a poner en venta la variedad 'with delay cream' (con crema de efecto duradero). Hay que tener en cuenta que los condones, en la Irlanda europea, estuvieron prohibidos hasta 1978 y hasta 1993 solo se daban con prescripción médica.
Paquetes de condones en un supermercado de Isfahan, foto de Rafa G. García de Cosío.
Las noticias que nos llegan de este país asociado al 'eje del mal' hacen pensar a muchos que se trata de un país fundamentalista y básicamente islamista. Lo es. Es una teocracia y la Sharia es la Ley del Estado. Pero las huellas cristianas se conservan a la perfección. Es más: se cuidan. Es el caso de la iglesia de Belén en Isfahan, donde las autoridades ponen un precio de un euro a la entrada para ayudar a la conservación del edificio.



Puerta de entrada a la iglesia de Belén, Bóveda de la iglesia y altar, fotos de Rafa G. García de Cosío.
Lo que es incuestionable es que Irán sigue siendo una dictadura donde impera una censura descarada en los medios. No hace falta hablar persa para darse cuenta, porque en cuanto uno pone la radio en Teherán, comprueba que toda música occidental está prohibida, y que al sintonizar el 99.5, el extranjero se topa con una cadena francófona con constantes ataques a Israel y comentarios edulcorantes al régimen iraní. En ciertas entrevistas a diplomáticos 'internacionales' de dudoso rango pareciera que hubiera dos miembros del mismísimo gobierno iraní charlando en un consejo de ministros. Esos ataques a Israel y el autobombo son repetitivos, y a cualquier hora del día. Cojo dos diarios iraníes en inglés de mi hotel, el Iran News y el Tehran Times, el uno titula que empresas occidentales buscan negocios lucrativos con el petróleo, el otro comenta que el parlamento iraní prohíbe la entrada de inspectores nucleares y subtitula la foto con un 'Muerte a América!'. Todo esto semanas antes del acuerdo nuclear de John Kerry. Todo muy tranquilizador, muy objetivo, muy pacífico. Las jóvenes recepcionistas de hotel enternecen al régimen cuando hablan de proxys para el acceso trucado a redes sociales como Facebook o Twitter, que están censuradas. Hablan de sortear la censura como quien se burla de un abuelete ayatolá que aún no comprende las bondades de la tecnología en el siglo XXI.
Periódicos de un hotel de la capital Iraní, foto de Rafa G. García de Cosío.
Ni que decir tiene que este humilde periodista entró en el país como turista. De haberme registrado como periodista, puede que hubieran tenido que acompañarme constantemente, como ocurre con los turistas británicos. Al final llega uno a la conclusión de que el Irán teocrático debe ser parecido a lo que fue la España de Franco: una dictadura autoritaria rancia y tradicionalista, un régimen aborrecido por la comunidad internacional pero con muchas matizaciones, donde los palos los suele dar más la vida que el propio régimen y donde la libertad se valora de manera muy especial por la población, a diferencia de aquellos países libres donde sus ciudadanos tanto suelen empeñarse en relativizarla.


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