Artículo de Sergio Calle Llorens
Creo que ninguno de mis compañeros de página ha amado tanto a Cataluña como un servidor. Vislumbro que no hay sureño que haya tenido tanta querencia por los temas de esa región que el que aquí suscribe. Tal vez sea mi carácter mediterráneo o la sangre catalana que corre por mis venas que, como todos saben, corrobora mi segundo apellido, lo que me empujara a ese amor sin medida. Hablo, además, un catalán bastante potable y que me perdonen mis ancestros con los que usaba la parla valenciana. Empero, les juro que no puedo más con la Cataluña nacionalista cuya ideología se parece mucho al fariseísmo. Por todo ello, o quizá por lo último, quiero expresar mi condena a ese manicomio del que espero no volver a escribir en mucho tiempo.
Condeno a Cataluña por su visión maniquea de la historia de España. Una narración de hechos inventados. Da igual que cuentes, y yo llevo años haciéndolo, que Rafael Casanova era, en verdad, un patriota español. Da lo mismo que presentes a la Corona de Aragón como algo tangible que no acepta la confederación catalana-aragonesa porque, ya saben, eso hoy no tiene ninguna importancia. Han educado en el odio al vecino y ahora, aunque a muchos les pese, los del proceso están a punto de protagonizar un espantoso ridículo digno de un circo de tercera categoría.
La maldigo por mentir a la chiquillería. La detesto por imitar, y a orillas del mediterráneo, al nacionalsocialismo de la Bund Deutscher Mädel con su Bund Deutscher Matraztzen- Y es que no tengo otra forma de definir la liga a la que pertenecen a las Pilar Rahola, la monja Caram y la Forcadell. Que Dios sepa perdonarme. También la condeno porque fue, aunque no se acuerde, la primera en pedir que nuestros soldados se batieran en Cuba para que sus hijos no perdieran ese mercado. Cataluña, que alzó el brazo cuando las tropas nacionales tomaron la Ciudad Condal allá por 1939. Cataluña, cuyos paisanos disfrutaron de que toda España financiara con los impuestos su industria. La región que incluso construyó el Valle de los Caídos. Sí, la maldigo porque tiene una memoria muy selectiva que debe guardar en algún rincón del ático de la memoria todos los premios a las letras catalanes concedidos en tiempos de Francisco Franco.
Empero, no ha estado sola en esta locura y, como no puede ser de otra forma, hay que acordarse de los que ayudaron, y de forma consciente, a que hayamos llegado hasta este punto que solo valdrá para que aumente la frustración de la muchachada nacionalista. Sí, es hora de maldecir también a Felipe González que cedió las competencias de educación a las comunidades autónomas. El tipo que acaba de despertar el género epistolar en España para vergüenza de ese PSOE loquinario y absurdo capaz de ser españolista en Cuenca y catalanista en Lérida -la formación empeñada en expulsar los últimos vestigios de la enciclopedia en la patética taifa del sur. Blasfemo al PP por no haber sabido encontrar a criatura potable alguna para salvar a la princesa Barcelona que tanto estimo. Les ha faltado presentar a la Veneno de candidata tan patética como ese Aznar luciendo abdominales en las playas de Marbella y subvencionando al Real Madrid. Dejo lo del catalán en la intimidad para otro día.
Hora de maldecir también a todos esos tertulianos y articulistas que llevan más de una década, y no estoy exagerando, hablando de Cataluña y España como de dos realidades históricas contrapuestas. Individuos que para que no les llamaran fascistas escriben A Coruña y Lleida por más que, como sabe cualquier filólogo que se precie, es una aberración cuando juntamos letras en español. Personajillos que se la cogen siempre con papel de fumar y así, como sabemos, no hay forma de luchar contra inmensa máquina de propaganda que es el nacionalismo catalán.
Maldigo a Cataluña como hace años hice con Andalucía. Lo siento pero he terminado detestando sus taras tan alejadas de ese seny que hice mío por derecho. Y es que no hay día en el que las noticias no abran con el mamarracho de Artur Mas y su desquiciado proceso. Estoy tan harto de la Cataluña nacionalista que es hora de decirle adiós. Y lo hago con una canción compuesta por los catalanes que formaban Loquillo y los Trogloditas. Esa banda de Rock and Roll que, cansada de que no pincharan sus canciones en las emisoras de la Generalidad, sacó como protesta “la canço del pagés”. Me quedo con la prosa de Josep Pla y con lo que queda de la Barcelona rebelde. El resto es suyo por derecho. Adéu.
Ah si tu vinguessis a la Plana de Vic
t'ensenyaria tots els marges del voltant
mentres tú me l'estas pelant.
Avui tots el pagesos
baixan cap el mercat
amb la butxeca plena
el cap ben enlairat
a casa de les meuques han parat.
De les muntanyes tots baixaran
a les muntanyes tots tornaran
mes si tú arrives a mitja nit
ens trobaràs en el brogit.
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