Artículo de Paco Romero
Últimos acontecimientos traen ahora a nuestra memoria que a
la renuncia de Griñán como senador sobrevino el anuncio de la dimisión de
Chaves y Zarrías como diputados.
Desde el punto de vista formal, para su tramitación, el
primero habría disfrutado de unos procedimientos propios de esa Administración
Electrónica digna de la Tercera Modernización que, a ciencia cierta, en breve,
nos anunciarán, mientras los otros dos no parecieron en absoluto apesadumbrados
con las vicisitudes por las que, a buen seguro, hubo de transitar la diligencia
portadora de tan “preciado” legajo.
Por aquellos parecen ya lejanos tiempos, Viera, se
entretenía sin entregar el acta de diputado y permaneciendo, por tanto, en el
Grupo Mixto.
Resulta evidente que, aparte de los consejos del abogado
defensor, solo el maremagnum del Nº 6 de Sevilla, tirando de la política de
hechos consumados, ha contribuido definitivamente a que el más reacio a
despojarse del fuero, presentara el pasado jueves su dimisión como diputado del
Grupo Mixto en el Congreso de los Diputados sin esperar, siquiera, al fin de la
tramitación del suplicatorio para su puesta a disposición del alto tribunal.
Es preciso recordar que la reciente doctrina del Supremo apunta
a que sólo se quedará con los casos de aforados que renuncien una vez se haya
abierto juicio oral, lo que todavía no ha sucedido en este caso.
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