Artículo de Mara Mago
Desde que ‘’alguien’’ prendió la mecha de la mal llamada ”primavera árabe” he querido escribir sobre
la mano que mece la cuna en aquel conflicto que se nos ha venido encima en
forma de avalanchas humanas asaltantes de trenes que les conduzcan hacia las
nieves del invierno europeo.
El mal existe y no es
consecuencia ineludible de ninguna disfunción neuronal ni enfermedad mental.
Existe, per se, igual que el bien, en un
estado de normalidad estandarizada que, a veces, se extiende como polvareda tormentosa para impedirnos
contemplar la belleza de las flores en el desierto.
Ya no creo en ninguna revolución popular. Los pueblos no
tienen el poder, por sí, de rebelarse contra los tiranos que los someten y
resultar triunfantes en el envite.
Andalucía y sus 37 años de régimen socialista me han
enseñado que es imposible que un pueblo tenga capacidad para articular una
rebelión capaz de derrocar a los caciques.
La misma ideología y líderes que sustentan la oligarquía
andaluza vendieron en todo el mundo, tras el marchamo ‘’primavera árabe’’, que
aquella guerra cruentísima era una revolución de izquierdas, laica y
republicana. Por supuesto, democrática, libertaria y pacífica. Aquella, lo
decían ellos, sí era una guerra justa.
La misma ideología
que hace campaña permanente contra Estados Unidos y sus gobiernos
republicanos, y a favor de Cuba, Rusia, China y sus tiranos comunistas, ensalzó
un prefabricado movimiento popular alentado, preparado y financiado en su origen
por el bloque presidido por un presidente negro socialdemócrata. Después, al
unísono, se unieron otros bloques, todos cegados por la ambición de controlar
recursos naturales ingentes, fronteras geoestratégicas y poblaciones sometidas.
La misma ideología y líderes que clamaban años atrás contra
la guerra de Irak, pero que no habían movido una ceja contra las invasiones de
Afganistán e Irán por unas potencias y sus contrarias, exaltaban después las
bondades de las masacres fraticidas árabes, donde todos, desde el inicio, luchaban
contra todos. Y, donde, como siempre, a río revuelto, ganancia de pescadores.
Ni siquiera ahora, cuando es tan evidente que aquello no fue
ni revolución, ni popular, ni democrática, ni laica, ni mucho menos pacífica y
hermosa primavera, sino el comienzo de un oscuro y durísimo invierno de
fanatismo yihadista, los voceros de esa ideología y sus líderes han reconocido
su error o su mentira.
Por el contrario, persisten en su impostura, cinco años
después de que en Túnez prendiera la mecha que ha corrido veloz a lo largo de
un reguero de pólvora, destrucción y
muerte. Un itinerario, parece,
estratégicamente diseñado para provocar la caída en ristra de todas las fichas del
dominó previstas -Egipto, Argelia,
Yemen, Jordania, Libia, Barhein y, por fin, Siria-. Tal vez, el único y verdadero objetivo desde el principio.
Ahora, los que aplaudían la insurrección que ha llevado al
caos retoman su ajada bandera de
salvadores de los pueblos oprimidos y sacan a pasear su habitual
indecencia. Responsabilizan del entuerto a los Otros, que en su miopía e
ingrávido actuar llevan la penitencia. Airean viejos eslóganes en torno a la
solidaridad, la fraternidad y la acogida
generosa que esa ideología nunca aplica a sus propios bolsillos, mansiones ni
paraísos fiscales. Apelan al corazón de
las humildes gentes de la otra orilla quienes, atónitas, temerosas y sobrecogidas, contemplan la tristísima
imagen de un cuerpo pequeño varado en una playa, el símbolo de un niño ahogado
en su travesía desde el infierno árabe al paraíso europeo.
¡¡¡Es todo tan macabro, tan perverso, tan maniqueo, tan ruin
y miserable. Tan malvado!!!
Esa ideología y sus líderes acusan a Occidente de todos los
males de este mundo, mientras callan cuando los asesinos actúan en nombre de
Alá, Marx u Obama.
Esos ideólogos de la superioridad moral protestaron contra
el traslado de un misionero enfermo de ébola a su tierra natal, pero exigen
ahora – en un alarde de demagogia irresponsable y supina- puertas abiertas de
par en par, sin orden ni concierto. Ni humanidad, que resulta lo más
incoherente. Que entren a manadas, como si de ganado se tratara. Todo, por
fastidiar al rival político.
Tergiversan, enmarañan y torpedean todo intento de salida
del marasmo que no suponga un beneficio para sus planteamientos sectarios y
espurios y un perjuicio para sus contrarios en la pequeña contienda electoral
inmediata, lo único que les ocupa.
Tengo mis sospechas de dónde y cómo acabará aquella
primavera, tornada hoy en oscuro
invierno. Pero, como ha ocurrido en la
Junta de Andalucía gobernada desde hace 37 años por esa ideología alentadora de
falsas revoluciones y sus líderes más genuinos, cuando nos queramos dar cuenta,
una opaca administración paralela socialista habrá invadido todo el espacio que
antes correspondió a una Función Pública democrática, plural, abierta y sujeta
al imperio de la Ley. La tormenta de polvo y arena habrá arrasado las bellas
flores que una vez florecieron en aquel desierto, como la primavera árabe ha
sumergido en profundos mares a tantos cuerpos jóvenes, arrebatados a la esperanza, después de ser engañados por mafias
asesinas que comercian con seres humanos y sus sueños.
Yes, it is.
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