Artículo de Javier Palmero
Artur Mas i Gavarró es el actual presidente de la Generalitat de Cataluña, el número 129 según dicen.
Nació en el seno de una familia catalana acomodada y ha tenido una una larga trayectoria política en el seno de CDC vinculada siempre a la familia Pujol y con constante presencia en cargos importantes y una continuada progresión; de consejero a primer consejero, de presidente de CDC a presidente de la Generalitat. Jordi Pujol Ferrusola presume de su gran amistad con él.
Durante su etapa de consejero se vio envuelto en los casos de corrupción denominados del 3%, en referencia a las comisiones que cobraba su partido por adjudicaciones públicas.
Actualmente está instalado en una postura de jefe de estado, desafiante ante el gobierno español y el rey Felipe VI, desobediente de la Constitución y de leyes españolas y encamina a Cataluña mediante un proceso secesionista hacia la hipotética constitución de un nuevo estado europeo.
¿Estamos ante un gran líder, ambicioso y astuto, como él presume? Tengo serias dudas, yo lo veo como un marinerito a quien han puesto al mando de un barco demasiado grande para él. Muestra una fachada de estadista y no es más que un mal presidente regional.
Voy a poner en la mesa unas noticias que él bien oculta y para mí muestran a la perfección su carácter y personalidad.
En la primera de ellas nuestro actual presidente, a quien le gusta la montaña, tuvo la mala fortuna dando un paseo de caerse y lastimarse un brazo.
El suceso ocurrió en agosto de 1998. Artur Mas pudo haberse dirigido a uno de los varios hospitales comarcales de la zona en donde estaba. Sin embargo no dudó en pedir un helicóptero de salvamento para evacuaciones de emergencia vital para ser trasladado a Barcelona y ser allí atendido.
La factura del trasladó ascendió a 750.000 pesetas de la época, además de privar a posibles necesitados por casos de extremos gravedad de uno de los dos helicópteros que constituían la flota oficial para emergencias.
El segundo caso es en verdad terrible, espeluznante. Una muestra de cómo se desenvuelve este hombre en situaciones de estrés.
En éste caso para obedecer la orden de estar callado dada por el presidente Jordi Pujol.
Ante la aparición de periodistas a la salida de un acto institucional tuvo un ataque de pánico, salió corriendo hacia su coche oficial y bajo sus órdenes el chófer inició una huída alocada por Barcelona que duró más de 70 minutos a toda velocidad, saltándose semáforos en rojo, invadiendo calzadas contrarias y conduciendo en dirección contraria para acabar dejando el vehículo abandonado en mitad de una céntrica calle de la ciudad, provocando un gran atasco.
El suceso ocurrió el 31 de marzo de 2000, se iba a producir una reunión de una delegación de CiU con otra del PP y semejante secreto que querían mantener los nacionalistas acabó con una persecución que superó a la sufrida por Lady Di, exceptuando aquel trágico final.
El transcurrir de los años no ha cambiado la actitud de Artur Mas. El año pasado declinó acudir al debate por la consulta soberanista en el Congreso de los Diputados. CiU se justificó diciendo que querían evitar que 'fuera humillado' y que querían 'preservar' la figura del presidente de la Generalitat.
También el año 2011, cuando se produjeron las manifestaciones de los indignados en Barcelona, el presidente abusó del uso de helicópteros en traslados.
Hay más casos, pero creo que no es necesario alargar la lista para dudar de la competencia y del aplomo del hombre que parece llamado a declarar la independencia de Cataluña.
De Artur Mas se ha dicho que su cometido era tan sólo el de una transición para la llegada al poder de Oriol Pujol, pero el vástago del caudillo catalán salió torpón y fue pillado de lleno en casos de corrupción como el de las ITV.
Mas es un púgil al que no le sostienen las piernas y el combate en que se ha visto metido está durando más de la cuenta.
Este cobarde doctor Frankenstein, a falta de saber gobernar, se ha dedicado a construir un monstruo que se le ha escapado y anda suelto sin control.
Un político regional incompetente y cobarde de una talla tan grande como la del estado que dice haber diseñado.
En esta historia si hay algo realmente grande es la gravedad del problema social creado en Cataluña. La política catalana es un pollo sin cabeza del tamaño de King Kong. Dicen que estamos haciendo historia y es totalmente cierto, vivimos una enfermedad social de difícil curación que en el futuro será objeto de estudio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario