Artículo de Cornelia Cinna Minor
- Historia de una sedición y del nivel político imperante.
- Los separatistas invierten la realidad perversamente para su provecho judicial y evasivo-económico.
- La independencia no se puede aceptar como premisa ni bajo hipótesis.
- El cambio axiológico de despolitizar nuestra bandera y nuestra Constitución es una cuestión de Estado, debe tipificarse en el Código Penal con medidas muy duras.
Aquí
no se trata de izquierdas, centro o derechas, es de obediencia a nuestras leyes
y respeto a nuestros principios constitucionales. Conceptos totalmente
interiorizados en paises civilizados e impensable que se cuestionen. Son
axiomas de nuestra convivencia nacional.
En
el filo de la navaja
No
puedo evitar ese desasosiego extremo, al ver cómo se saltan la LEY, cómo se burlan de cada uno de los españoles
no independentistas. Por lo cual, nunca
me he tomado a broma sus innumerables mentiras e insultos: los mantras de
desprecio y odio, su demencial política lingüística antidemocrática, el
adoctrinamiento educativo de los jóvenes, la soberbia política o la fantasía
patética de invasión del ejército español sobre suelo catalán. Si con quince
guardias civiles, se arregla todo.
Por
otro lado, cuánta riqueza humana, económica, cultural y de oportunidades hemos
aportado, creado y apoyado durante toda nuestra Historia a esa región española,
en detrimento de otras regiones hermanas. Esto último no lo dicen. Son lo que
son porque son españoles.
Por
los dioses manes, cuántos distinguingos han hecho estos pusilánimes
cortoplacistas y otros políticos indignos, sin altura, ineptos y oportunistas
en estos casi cuarenta años, cuántos miles y miles de sinvergüenzas hay
enchufados en sus instituciones, comiendo del pesebre independentista, y
cuántos presuntos ladrones y evasores hay detrás del cuento
nacionalista-separatista para taparse los unos a los otros y seguir mangando.
Sustancialmente,
es la lucha por el poder de una élite millonaria, de esconder sus robos, de que
no haya un estamento superior que los controle, con el apoyo incondicional del
47% de aborregados-adoctrinados, cuando
el censo es de 5.510.713 electores,
y la no acción de quienes, institucionalmente, deberían de actuar y no lo
hacen.
Pero
si ellos mismos han confesado que el proceso independentista fáctico y golpista
comenzará el 27S con un guión perfectamente estudiado y calculado, vía unas
falsas elecciones autonómicas cuando ellos las llaman plebiscitarias ¿A qué
demonios esperan las más altas figuras institucionales nacionales para
solucionar este dislate? ¿Al 28S? ¿Cuando ganen los votos en contra del
independentismo pero no, en número de escaños? ¿Y qué vamos a hacer con los más
de la mitad que han votado opciones no independentistas? ¿Esos millones de
personas que no están a favor del despropósito secesionista y han sido
abandonados por el Gobierno español? Es justo, llegados a este punto, cuando
empiezo a ponerme muy nerviosa de impotencia y de rabia.
Sedición
y política de ESTADO
Miren,
siempre lo he tenido claro: la solución pasa por aplicar la LEY: el artículo
155 de la Constitución con el Código Penal en ristre,- delito de sedición, cfr
art. 544, 545, 546, 547 y 48-, de desobediencia, prevaricación, etc, con la
inhabilitación de los cabecillas y al trullo, a la voz de ya. Que se hacen los
mártires ¿Y qué? Sabemos que no son mayoría.
Los
que quieran crear una Cataluña independiente de España, que se vayan de nuestra
tierra con Mas de Mesías, El Mas-ías de la masía. Sí, ese 47 % -como dicen ellos,
“pacíficamente” y con mucho “diálogo”, no “tumultuariamente”, q es la cita del
CP- y que funden en un lugar lejano de la Tierra, de cuyo nombre no quisiera
acordarme, su singularidad, hablen su lengua y demás con Mas.
Sí,
eso es precisamente, lo que estoy diciendo, que se vayan, pero fuera de
España, de la Península. Cuando se lo explique, lo van a tener tan claro
como yo.
Una
perspectiva pedagógica
Les
pongo un ejemplo muy sencillo: en mi bloque había una vecina evangelista con
muchos hijos, siendo su patente de corso para justificar cualquier hecho y
circunstancia anormativa su numerosa prole, su mínima economía y religión,
buscando un victimismo digno de manual manipulador para hacer lo que le daba la
gana.
Desde
el inicio de la comunidad y continuamente, exigía, por su “singularidad
cultural, económica, maternal y prolífica” un trato de favor con excepciones
que se hicieron reglas no escritas y cotidianas, asumiéndose por los
“tolerantes” y “buenistas” vecinos como
naturales: impagos de las cuotas regulares y extra, celebraciones de diverso
espectro en nuestro patio común y un largo etcétera. Ni que decir tiene
que de los 16 vecinos del bloque, el 50%, su red clientelar, estaba entregada a
la causa de la bondad beatífica, solidaridad y entrega, que más tarde tantos
problemas nos traería.
Disfrutaban
de otro patio de luz bastante grande, que aun siendo de nuestra comunidad,
usaban ellos y su tribu exclusivamente, con mesa de pin-pon y barbacoa
incluídas, permitiéndoseles convertir una ventana en puerta para el acceso al
citado patio comunitario. Como pueden imaginarse, todos los gastos del
mencionado patio de luz eran de la comunidad. Privatizar beneficios pero gastos
públicos. ¿Les suena?
No
se asombrarán si les digo que el utilitario del garaje fue sustituido por un
monovolúmen de ocho plazas y cuatro bicicletas, que no me permitían entrar por
el asiento del acompañante ni abrir la puerta trasera de mi coche. Además, hubo
tantos desfalcos del 3 % en las cuentas comunitarias como veces los vecinos del
bajo C fueron presidentes de la comunidad, con el falso propósito de devolverlo
a plazos.
Sobra
añadir que los niños cantores crecieron en la falsa idea de que el magnífico
patio era suyo -tenían ese sentimiento nacionalista sacrosanto, siempre materialista
y superior- y que los noventa centrímetros de mi garaje, también.
Hechos
consumados
Un
verano aprovechó la matriarca secesionista la ausencia de los vecinos para
poner un toldo -por el calor que sufrían los niños, dijo-, sustituyéndolo posteriormente
por una claraboya -seguridad por los ladrones, apuntó-. En nuestra comunidad, a
fin de no crear mal ambiente, el buenismo incomprensible del 50% de los
vecinos, evitar broncas y denuncias del otro 50% -los abstencionistas y no
separatistas-, se le permitió a la vecina del bajo C que hiciera,
improcedentemente, lo que le diera la gana con nuestro patio, el patio
de todos, y la invasión existencial y acústica de todo espacio común que
pudiera abarcar.
Pero
más tarde, obviamente, los demás vecinos del bajo A , B y D quisieron hacerse
con los tres patios de luz respectivos, no entendiendo qué demonios de
singularidad y la carajotada esa del hecho diferencial era la maternidad de
seis maleducados, ya adolescentes, cuando el vasco del bajo A era minusválido,
el gallego del bajo B tenía dos perros y la familia andaluza del D tenía a un
niño con problemas.
Cuál
fue mi sorpresa cuando un día al volver de vacaciones, ví una nueva puerta
exterior y paralela al portalón de entrada de nuestro bloque. Inmediatamente le pregunté a la
independentista del bajo C qué era eso. Con
la desfachatez, prepotencia y desvergüenza de los que se creen impunes,
me espetó que estaba haciendo una salida propia en la fachada de toda nuestra
comunidad y que la habían votado los ocho miembros de su familia “ por su
derecho a decidir”. Con toda la calma del mundo, sin mover una ceja y bajo el
más absoluto convencimiento de que me amparaba la LEY y las normas de la
comunidad, puse una denuncia ipso facto.
1º.
Tal hecho era ilegal. La LEY está para
respetarla, cumplirla y ejecutarla. Y bajo ningún concepto hay que llegar al
punto segundo que abajo describo. Lo peor no es que los independentistas no
acaten la LEY española y a los hechos me remito, sino que no haya nadie que les
obligue con la LEY en la mano. Por supuesto, los irracionales y dictadores
somos los que no les dejamos hacer su santa voluntad. Un bucle de demagogia
infinito que está haciendo temblar nuestros pilares nacionales.
2º.
Si se decidiera, ante un lejano y más que improbable amago hipotético de locura
vecinal, cambiar las normas de la comunidad -pero imposible las del
Ayuntamiento-, no va a votar sólo la familia Trapp del bajo C, como quieren
hacer los independentistas, sino cada piso del total de la comunidad de vecinos.
O sea, los 46, 4 millones de españoles, que para eso es España. Nuestra
España, la de todos los españolitos desde Ceuta, Lanzarote, Mallorca hasta San
Sebastián, Barcelona y Bilbao.
La
solución al problema planteado de la vecina del bajo C fue evidente: o acataban
las normas y las leyes vía judicial y policial o las aceptan por las
buenas, habida cuenta de que las normas NO se iban a cambiar a su conveniencia
y menos, por las consecuencias aterradoras que podrían conllevar.
Se
mudaron, finalmente -cosa que no van a hacer los ultranacionalistas-. Lo
contrario hubiera supuesto la desigualdad, la injusticia, el caos más absoluto,
impagos de las cuotas de nuestro pequeño mini Estado y dejar puertas abiertas a
otras casuísticas de impredecible final, dando a unos el patio y a otros no,
azoteas a los okupas o qué sabe Dios, bajadas del valor del inmueble, etc...
por no hablar de una confrontación ad infinitum de todos contra todos.
Un carajal insoportable.
Cualquier
tercera vía era un despropósito tal que cada vecino habría puesto ventanas,
puertas y escaleras para su independencia, impagos y comodidad. En definitiva,
el desmadre de la comunidad y del Estado de Derecho. De análogo modo, los
culpables e irresponsables-responsables de la decisiva situación de nuestra
región catalana son los políticos de todos los bandos, de ayer y hoy; pero más,
las altas instituciones de España, sin justificación ni excepción posible, que
para eso están y las mantenemos exclusivamente, con ese objeto y fin.
Su
juego: o pacto fiscal o independencia
Pues
ni pacto fiscal ni independencia. Así de claro. Si los independentistas piensan
que Cataluña es suya, se equivocan. Es suelo, carreteras e instituciones
españolas. No tienen derecho a decidir sobre lo nuestro, de todos: nuestra
soberanía. Nunca ha habido una colonización, que es conditio sine que non
para hablar de la etiqueta “derecho a decidir”. Cataluña es nuestra, de todos
los españoles que hemos estudiado nuestra Historia y oído relatos sobre
nuestros vecinos, tatarabuelos,
bisabuelos emigrar, morir en guerras, trabajar y luchar.
Para
sentimientos, hechos diferenciales, señas identitarias, derechos, Historia y realidades, nosotros, los millones
y millones de españoles. De igual modo que Andalucía nunca será de los
andaluces, ni Murcia de los murcianos, etc. Me dan arcadas de tener que decir
obviedades e implícitos por la demagogia educativa, partidista y
propagandística, que han permitido los castrati de uno y otro partido en aras
de apoyos y juegos políticos en el tablero nacional.
Si
se diera el caso altamente improbable de que haya, en un futuro lejano, que
votar la independencia de Cataluña, lo
convocaría el mismísimo Gobierno de España exclusivamente, y con la
participación de toda España, como si mi vecina quisiera abrir su propia puerta en nuestra comunidad y creara
por sí misma su “comunidad”, tendríamos que votarlo todos los vecinos y
salir por mayoría absoluta.
O sea, ya saben el resultado: no-va-a-haber-
independencia. No sé qué parte del NO no entienden. Con lo que realmente lo único que buscan, fácticamente,
es tensar la cuerda para un pacto fiscal como los navarros y los vascos. El
viejo truco de pide diez que te darán cinco, cuando nunca jamás se debió haber
permitido la fiscalidad vasca.
La
clave de los comicios autonómicos, que ellos llaman plebiscitarios, estará en
los abstencionistas porque como no vayan a votar, la llave la van a tener
posiblemente los podemitas. Horror. No obstante, ya están reculando
maquiavélicamente, al decir que ahora no cuentan los votos, sino los escaños
-y se autodenominan “demócratas”-. Hasta en eso son sinvergüenzas e
improcedentes. Si es el caso, en la
próxima disolución de las Cortes sería cuando intentarán dar el hipotético
golpe de Estado.
La
Política es acción
Señores,
que se aplique la Constitución, el Código Penal artículo 548 y la suspensión de
la Autonomía catalana. Si no obedecen la LEY después de los años de condena, y
como medida futurible in extremis, que se vayan, forzados, fuera de
la península ibérica por seguridad nacional y legítima defensa, i.e,
reincluir la figura de la expatriación, no volitiva, en el Código Penal por
alta traición. Vamos, copiar y pegar del Código Militar.
No
estamos hablando de nacionalistas en un marco institucional. No, estamos
hablando de ultranacioanlistas, radicales, provocadores, amenazantes,
golpistas, victimistas, intransigentes y paranoicos fuera del Estado de
Derecho, amenazando y cruzando líneas rojas, además de abusar de nuestra santa
paciencia. Se les ha permitido llegar al final del metro y la consecuencia
lógica es, precisamente, una situación límite y abismal. Eso es inadmisible democráticamente desde la
propia Constitución española y la legislación vigente.
"Catalunya és nostra",le dijo Pujol a Prenafeta en los años 80. Ya se ve lo que ha hecho Madrid desde entonces. Ahora toca arreglarlo. PSOE-PP, que espabilen, porque ya están tardando. Ah, y nada de blindajes en Educación, eh? En Cataluña queremos hablar español como todos los demás porque queremos ser libres e iguales ante los demás.
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ResponderEliminarEn España hay mucha gente que piensa así, lo que pasa es que en España no hay democracia, ya que siempre se gobierna pensando en las minorías chillonas y no en la mayoría silenciosa. Además tenemos a estos políticos cobardicas, a los cuales les das un grito al lado y salen corriendo despavoridos. Un gran artículo.
ResponderEliminarGracias.
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