Artículo de Sergio Calle Llorens
Los tratados de esgrima para no iniciados pueden ser farragosos, a cual más denso y cabalístico. Sin embargo, yo me guío por un instinto de soldado viejo que aplica el principio de la esgrima española; “rápida y con la intención de matar”. El espadachín puede trazar círculos, diagonales pero en un combate todas las guardias son precisas y ninguna lo es. Todo depende del hombre que porta la espada. Esas defensas cerrando líneas que, irremediablemente, abren las acciones del enemigo. A veces es una defensa tutta porta di ferro mezzana; una minchiata de la que se sale tirando al tercio débil para engavinar y pinchar a placer. Eso mismo hizo Don Francisco de Quevedo con un profesor de esgrima de la época al que, literalmente, dio una lección en el choque de aceros.
Desgraciadamente, España ha dejado de asombrar al mundo con sus relámpagos. Hoy, todo huele a cobardía y nadie quiere saber de ese pretérito en el que con la espada y el compás dominábamos el mundo. Por eso, el florete es un objeto incómodo. Un instrumento desconocido por nuestros escolares gracias al papanatismo de sus maestros. Profesores que ofrecen unas soluciones muy modernas, es decir, socialistas; y uno queda sumido en un estado de estupidez profunda que puede durar varios días. Y dura porque, entre otras cosas, nadie le dice a un muchacho que para conquistar un castillo, no hay mejor manera que un buen asalto. Es una enseñanza basada en la factoría Disney y comandada por cobardes incapaces de decir la verdad; a ver piltrafillas, si queréis triunfar tendréis que pagar un alto precio. Nada es gratis. Ni siquiera la piel de la mujer que sueñas tocar.
En verdad, las nuevas generaciones van camino de expulsar definitivamente esos tratados de esgrima. Esa sapiencia para el combate. Gente que no sabe que se necesitan valientes dispuestos a aguantar firmes cuando atacan los malos. Perroflautas que, llegado el momento, nos suplicarían con la mirada que fuésemos a salvarlos. Y es que de eso se trata, entre otras cosas, de aguantar firme en el terreno y defender la bandera hasta la última gota de sangre.
Es muy significativo que en la España de hoy, ni las mentes más preclaras se acuerden de esos añejos tratados de esgrima que hablan tan bien del alma española que tan bien responde en las distancias cortas. Tal vez por ello, mencionar a Blas de Lezo, ese marino vasco y por tanto español, que humilló a la Armada Inglesa en Cartagena de Indias, suene a sacrilegio. Igualmente, recordar a ese malagueño universal que respondía al nombre de Bernardo de Gálvez, héroe de la independencia norteamericana, es un ejercicio fascista. Les recuerdo que es el único extranjero que tiene una estatua en el Capitolio y cuyo retrato se encuentra en la Casa Blanca. Desgraciadamente, nuestra nación prefiere seguir las andanzas televisivas de una especie de Ninja castellano que da saltos inverosímiles por la Mancha en una serie llamada, ojo al nombrecito, “Águila Roja”. Mamarrachadas de un país que ha olvidado los aceros y la inteligencia con mayúsculas.
Finalmente quiero hacerles una petición: la próxima vez que usted imagine un futuro en el que su mujer y sus hijos son degollados por el Estado Islámico, tenga en mente que muchos seguimos aquí prestos a dar batalla con una espada en la mano, o con lo que sea. Por todo ello, cuando uno de nosotros se cruce en su camino, quítese el sombrero, háganos una referencia porque, el futuro de su descendencia depende única y exclusivamente de los valientes que solo capitularemos después de muertos.
Coda: los artículos se escriben, entre otras cosas, para remover conciencias y nunca para hacer el ridículo. Las armas, en cambio, están diseñadas para advertir al enemigo de que cruzando la línea, es muy probable que termine cenando antes de tiempo con Jesucristo. Hágannos un favor a todos: dejen de tocarnos literalmente los cojones.
ResponderEliminarOtra historia heroica, pero tristemente olvidada es la de los "dragones de cuera" unidad militar española de los siglos XVII y XVIII y sus peripecias en Europa y América. Estos soldados se enfrentaron a los apaches, comanches y otras tribus indias, además de franceses, ingleses, rusos, norteamericanos y también a los insurgentes mexicanos.... más de cien años antes que el papafrita del general Custer y su escarmiento en Little Big Horn, ¡buuuuuuu!
Así nos va.
España es el único país del mundo que ha decidido desconectarse de su historia. Es una cosa asombrosa y digna de estudio. Aquí el pretérito se usa para arrojarlo a a la cara. En cuanto a mi artículo, he de añadir que la mención a la serie de televisión Águila Roja se debe a que nadie, que no sea Carlos Canales en su libro; "Tierra Extraña" relata, y muy bien por cierto, la paliza que le dieron los nuestros a los samuráis japoneses en 1580. Tal fue la derrota nipona que no tuvieron arrestos de volver por Filipinas nunca más.
EliminarPisemos donde pisemos, el mundo es una gran tumba regada por sangre española. No es cuestión de patrioterismos baratos sino de honrar a los nuestros. En fin.
Saludos