Artículo de Paco Romero
¿No cesará este rayo
que me habita
el corazón de exasperadas fieras
y de fraguas coléricas y herreras
donde el metal más fresco se marchita?
el corazón de exasperadas fieras
y de fraguas coléricas y herreras
donde el metal más fresco se marchita?
(Miguel Hernández)
El Diccionario de la lengua española define la propaganda en
su primera acepción como “Acción o efecto de dar a conocer algo con el fin de
atraer adeptos o compradores” y en la cuarta, y última, como “Asociación cuyo
fin es propagar doctrinas, opiniones, etc.”.
Busquen, comparen y, si encuentran una mejor... Mejor que no
pierdan el tiempo, porque no la hallarán.
Ni diseñados al efecto, ambos significados serían capaces de
retratar con tanta precisión la política de comunicación y su relación con los
medios “amigos”, esos a los que se abreva con publicidad institucional a cambio
de nada, o de casi todo, que para eso está el dogma. Pero no solo con ellos,
también con el resto, con los que, a cambio de un trato afable y cordial,
representan a la perfección la escena del paciente tendido en la camilla,
blandiendo por sus partes al dentista que, tenacillas en mano, le ordena abrir
la boca: “¿verdad que no vamos a hacernos daño?”.
Y el problema, con serlo, no es ya el exorbitante volumen
del reparto de fondos a empresas privadas de comunicación -a cambio casi
siempre del silencio, de inexistentes críticas valientes o de hipotéticas
valoraciones audaces... como mucho de juicios bonachones y timoratos- sino la
absoluta falta de transparencia tanto de sus destinatarios finales como de la
propia cuantificación de tales subvenciones, una vez más concedidas al margen
de los principios generales de contratación administrativa.
Es la propia Cámara de Cuentas quien confiesa desconocer el
destino de las voluminosas partidas que maneja el plan anual de comunicación,
al tiempo que denuncia el empleo constante del patrocinio.
Y una interrogación final, que se responde con un rotundo
no: ¿en estas circunstancias en las que, como se pretende, la propaganda llega
al lector, riega al editor y anula la libertad del periodista, puede existir el
periodismo?
Valga como ejemplo verídico el de un dibujante de lujo que,
clamando inteligencia como el poeta de Orihuela, desechó, hace escasos meses,
una invitación del siguiente tenor en un medio de difusión de este siglo XXI:
“Queremos que publiques en nuestro periódico, estamos interesantísimos; eso sí,
nada de política, ni de religión, ni de fútbol... ”.
Debería estar penado por ley el subvencionar o subsidiar a cualquier tipo de empresa privada y a los medios de comunicación en especial.
ResponderEliminarDisculpe, Antonio.
ResponderEliminarEstoy repasando la lista de comentarios y no quiero terminar el año sin agradecerle el suyo.
Le deseo una feliz entrada de año.
Saludos.