Artículo de Carolina Rodriguez-Cariño
La vida
en el exilio da una perspectiva distinta de los hechos. Y no digo que poseamos
la verdad por ello. Simplemente que te posicionas desde las vivencias en otro
tiempo, otro plano, otro contexto, con mucho Caribe dentro, o tal vez ese
realismo mágico que nos marca.
Quizás a
raíz de la “reapertura” de la Embajada de USA en Cuba, esa cárcel enorme desde
hace más de 55 años, han vuelto a mi mente hechos que creía guardados en esa
memoria selectiva que creamos, para resistir a este Atlántico que según los
días, se hace más grande o más pequeño. Recuerdo las palabras de los cubanos,
inmigrantes de los 60s y 70s a mi tierra venezolana, cuando en 1999 Hugo Chávez
llegó a la presidencia. No podían dar crédito a
que se repitiera el horror de lo vivido. Volvían esos hechos que ellos tenían
también en esa memoria selectiva que les permitía vivir el día a día, a pesar
de lo que ocurre en su Isla. Dieron voces de advertencia, pero muchos necios respondían con frases semejantes
como “no permitiremos que ocurra”, “no somos iguales”, “tenemos un ejército que
cumple la Constitución y las Leyes”. La prepotencia infinita de quien se siente
superior, la ignorancia es atrevida, dicen, más que eso, es barbarie, es
oscurantismo, es atraso.
Si nos
situamos en la Venezuela de hace 20 o 25 años, podría, con la distancia del
trópico y del respeto, tener más semejanzas con la España actual, que
diferencias. Pero había diferencias que llevaban la balanza a uno u otro lado.
España contaba (y cuenta) con una espalda firme, la Unión Europea, pero a
veces, pensando en que somos la frontera sur de esa Unión y el poco o nulo
apoyo sobre los graves problemas migratorios que se suceden en Melilla o Ceuta,
empiezo a dudar sobre esa firmeza. En contra parte, Venezuela con su
petróleo, su gente preparada, un número importante de personas con grado
universitario (a diferencia de la España de hace 25 años), podía o debía
hacer frente a cualquier intento o giro de aquella democracia hacia una
dictadura, se suponía. No entiendo por qué tenemos una
memoria tan frágil y olvidamos un pasado reciente. Y es que Venezuela no era lo que actualmente
vive.
Al día de
hoy, las realidades a ambos lados del Atlántico son abismalmente distintas, sin
duda alguna, pero su gesta, el inicio de la debacle en Venezuela para con los
acontecimientos actuales en España tienen semejanzas tan impresionantes que el dejavú es inevitable. Cuando menciono esto (y
es un lugar común para todos los
venezolanos que lo advertimos), día
sí y otro también escucho y leo a gente en esta península esas frases que tanto
escuchamos “no permitiremos que ocurra… no somos iguales… tenemos un ejército
que cumple la constitución y las leyes”, y pienso ¿Por qué no nos escuchan? Y
es que esperas respuestas como, tenemos que trabajar en función que no se
repita aquí lo de allá, tenemos que planificar, revisar qué hemos hecho mal y
corregir. Desde ya se están instalando en España gobiernos relacionados
directamente con el Castro-Chavismo, que llevan el populismo como norte, una
extrema izquierda que pretende dar lecciones de moral, mientras tienen una vida
de vino y caviar con arcas llenas.
Hace poco llegaron a mis manos cifras que
mencionaban que de los venezolanos que vivimos en este exilio, aproximadamente un 80%, posee estudios universitarios, y no puedo dejar de recordar a la “Gente del Petróleo”, esos
olvidados por muchos, extremadamente preparados para poder competir en un mundo
donde el saber, el hacer bien las cosas, el planificar, mantener, producir, son
más que verbos, se transforman en productividad. Actualmente viven distribuidos
por el mundo, con su conocimiento como contenido de una maleta, fueron echados
como perros de su propia patria, sin posibilidad de volver, ¡no se les permite ir a su propio
país!, ¿eso se conoce?
Y es que
Venezuela “era” productiva en petróleo, en granos, en café, en ganado, en
papel, en industrias, en universidades, en…en…en… Nos dejamos “comer” por el monstruo
de la corrupción, nos dejamos, como pueblo, envolver por un discurso bonito,
que daba respuesta a lo que deseábamos escuchar. Y a quienes nos opusimos a
ello desde su inicio nos llamaron ignorantes.
Progresivamente la población fue dividida, se sembró un profundo odio entre “hermanos”,
y nos marca, literal y lastimosamente nos mata.
“Podemos” decir que nos ubicamos en
contextos diferentes. Pero los hechos, guardados en formato digital, vídeos,
fotos, no mienten. Es como un cáncer y su metástasis, que abarca toda Hispano
América. Las semejanzas asustan. El financiamiento incordia. La prepotencia te
hace sentir impotente. Lo que narro pareciera una música desafinada que
está demasiado cerca, ha cruzado el Atlántico con sus encantadores de
serpientes, quienes ya están en el poder.
Y no, no
puedo dar crédito que personas preparadas den apoyo a quienes justifican
regímenes genocidas, como el que existe en Venezuela desde hace más de 15 años,
o en Cuba hace más de 55. No puedo pensar que crean en quienes justifican
“políticamente” el terrorismo. No
me merecen respeto, “éstos” y en consecuencia tampoco quienes le apoyan. No existe justificación, nunca al
terrorismo, a la represión, al genocidio. Pensar que mi país les ha financiado
de alguna forma, que el dinero de los venezolanos se ha usado en “éstos”, no hace más que confirmar lo repulsivo
de su discurso fácil y embaucador, sin respeto alguno por quien piensa distinto.
Van a lo suyo, se saben ganadores ante una sociedad seducida por
su veneno, han sido financiados desde hace mucho por ese petróleo. Y es
que no, no olvido los panfletos en la universidad invitando a charlas, en pro
de la revolución bolivariana (Castro-Chavista). No olvido que los leí aquí, en esta España
incrédula, que piensa que no ocurrirá nada.
En
Venezuela siguen los muertos, los tiros, ese sonido sordo es la música que
prima en todas partes, no respeta nada ni nadie. No hay medicinas, los
alimentos llegan en ráfagas y las personas, van a todas partes para buscar ese
oro en forma de papel sanitario, aceite, arroz, café,
azúcar, champú, jabón. Colas interminables cuyas imágenes han dado la vuelta al
mundo, por número de cédula (documento de identidad), solo uno por persona,
solo dos botellas por persona… Sí, es una guerra, cruenta, cruel,
sanguinaria, opresora. Es una DICTADURA. Lo cuento, lo narro a mi
entorno y las caras de incredulidad, que todo ello ocurra y que apenas ahora se
diga, porque Maduro es un mal dibujo animado. Pero que no se olvide que ese régimen Castro-Chavista se inició en
1999, con Hugo Chávez como gran traidor, como un dictador al que rieron
“sus gracias”, mientras Venezuela ya estaba siendo oprimida, bajo el silencio
cómplice internacional, cada vez peor un genocidio en todos los sentidos.
Carolina, me has dejado temblando. Yo estuve en tu tierra Herrera Campins y estoy contigo
ResponderEliminarLuis Herrera tuvo grandes aciertos, y creo que su mayor error fue no devaluar al inicio de su mandato, colocar la moneda en su valor real. Durante su gobierno aprendimos a producir y consumir venezolano, incluso a exportar lo que se producía. La corrupción como un cáncer se extendió y aun mas cuando el gobierno de Lusinchi.
EliminarOjalá España se libre de ello, creo que está en nosotros hacer algo al respecto.