Artículo de Paco Romero
… Y el Señor se dirigió a Moisés y le dijo: «He oído murmurar a los israelitas. Habla con ellos y diles: ‘Al atardecer comeréis carne, y por la mañana comeréis hasta quedar satisfechos. Así sabréis que yo soy el Señor vuestro Dios’».
Definitivamente, este país de dislates y despropósitos no tiene solución. Y la palma, una vez más, se la lleva el osado que anuncia un “ingreso mínimo vital” de 426 euros mensuales que destinará -destinaría, condicionémoslo- a 730.000 hogares para beneficiar a 1.847.000 personas, a los que habría que sumar una prestación destinada a los 2,3 millones de menores que “viven bajo el umbral de la pobreza”; todo ello según sus cálculos que, si son tan atinados como los de la alcaldesa madrileña, tienen la misma credibilidad que su oferta estival de 5.500 plazas en comedores escolares y que, finalmente, ha sido cubierta por algo menos de 600 menores madrileños.
La idea, meritoria y plausible, no puede rebatirse -todo lo contrario- con argumentos sociales, púdicos o morales. ¿Quién puede oponerse a tan admirable plan? Eso sí, ni una sola palabra, ni una sola idea para exponer, siquiera deslizar, de dónde piensa sacar su particular -y laico- maná en forma 6.450 millones de euros en los que ha apreciado su medida.
No satisfecho con ello, imprudentemente la pasada semana se
despachaba con otra ocurrencia: “reformaré
el Código Penal para que sea posible actuar no solo contra el patrimonio de los
corruptos sino contra el que hayan podido esconder a nombre de terceros y
recuperar así todo lo robado; conmigo al frente del Gobierno, quien la haga la
pagará y lo pagará”.
Metedura de pata, sin duda, de mayor trascendencia porque,
si la anterior solo es un futurible -y, al modo de Tierno Galván, “las promesas
electorales están para no
cumplirse”-, ésta se conjuga en pretérito perfecto, pues el nuevo Código Penal ya permite la acción contra el
patrimonio de los allegados, testaferros incluidos, que pudieran haber ocultado
el incremento patrimonial derivado del delito de corrupción, lo que
evidencia su meridiana incapacidad para, siquiera, regir la comunidad vecinal
de su escalera.
En la capital andaluza acaba de dejar claro Manuel del Valle, tras las
últimas elecciones, que: “Zoido tendría
que haber gastado más y haberle dejado la losa al siguiente”. La historia
se repite y ahora que comienza a remontarse una atroz crisis económica a nivel mundial,
especialmente brutal en España por culpa de fundamentalismos keynesianos y
políticas desvencijadas.Nos permitimos repudiar las lecciones de la “malvada” Merkel y desdeñar las de los mercados, evitamos mirar con el rabillo del ojo a la Grecia que hace una semana era nuestra referencia y nos adentramos en una política de gastos imposible, generadora de pufos delincuenciales.
También Rajoy, mientras anuncia una subida del uno por ciento en la retribución de los funcionarios, se ha permitido introducir en los Presupuestos Generales del Estado la devolución de lo aún no restituido de la paga de Navidad de 2012.
Y es que el viejo profesor tenía más razón que un santo (con perdón):“las promesas electorales están para no cumplirse”.
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