jueves, 13 de agosto de 2015

Deconstruyendo (H)Adas

Artículo de Mazelmind

Como saben los lectores, Ada Colau es la alcaldesa de Barcelona, con 11 de los 41 concejales del Ayuntamiento. A pesar de tener sólo una cuarta parte de los asientos, ha conseguido las complicidades que le permiten gobernar la que hasta hace unos años había sido una gran ciudad.
 
Colau proviene básicamente del activismo antidesahucios y es conocida por su fama de defensora de los necesitados. Quien haya rascado un poco en el tema sabrá que la PAH (plataforma de afectados por la hipoteca) en sus inicios se movía gracias un grupo de abogados que sacrificaron tiempo personal para encontrar los resquicios de la ley que podían ser útiles para encarar a los bancos y ayudar a salvar gente en situaciones realmente acuciantes. Más tarde Ada Colau tomó el mando que ostentó hasta que decidió presentarse para la alcaldía, y no todos los abogados del principio continuaron. La Plataforma, tal como la conocemos hoy, por una parte ayuda a personas en riesgo de quedarse sin hogar y por otra utiliza métodos muy poco ortodoxos. Cuentan con abogados que saben presionar para obtener resultados y si se considera oportuno la PAH tiene gente dispuesta a entrar en oficinas bancarias y edificios con el fin de amedrentar a los empleados que supuestamente tienen la llave para resolver situaciones. El caso es que Ada Colau pasa de activista a alcaldesa con un cuarto de las sillas del pleno. Y cuando se habla de los plenos de un ayuntamiento inevitablemente aparecen las formalidades. Si ella está ahí es porque se ha llevado a cabo un proceso electoral con todos los símbolos y formalidades necesarios. Sin todo eso hoy no sería la dueña de la silla y la varita.

La alcaldesa de nuestra ex-gran ciudad advirtió durante la campaña que si ganaba se proponía desobedecer aquellas leyes que le pareciesen injustas. Sus más fieles creyentes oyeron: “ si el ayuntamiento tiene reglas que os oprimen, yo os liberaré”. Los que vemos en ella un hada mágica del postureo oímos: “pa chula, yo”.

Y para no haceros el cuento largo, tenemos postureo por encima de nuestras posibilidades. Rumorean fuentes que temen dar la cara que los desahucios parados con los que se estrenó en el cargo fueron un show y de hecho Xavier Trias reclamaba la autoría de dichas cancelaciones. Basta pasearse por el puerto viejo o por el centro y ver cómo el buenismo y la disminución de control del top manta y sus mafias han hecho de efecto llamada para la venta de copias y productos ilegales por Barcelona. Podemos mencionar el cierre del grifo a los hoteles, las terrazas, la colocación de urinarios abiertos para una ciudad amable con los borrachos y más, pero hoy voy a otra cosa.

La mañana del 22 de julio el rey Don Felipe VI estuvo en Barcelona para la Entrega de Despachos a la LXV Promoción de la Carrera Judicial. Estuvieron presentes en la ceremonia tanto Artur Mas como Ada Colau. Era este un acto solemne y lleno de simbolismo. Vino el rey a cumplir con su deber, a avalar con su presencia al poder judicial y a recordarles a algunos las obligaciones inherentes a sus cargos. Dijo: “Para el Poder Judicial, como para el resto de las instituciones del Estado, el respeto a la Ley nunca ha sido ni es ni debe ser un simple trámite, una mera formalidad, una alternativa”. “Respetar la ley es la fuente de legitimidad y la exigencia ineludible para una convivencia democrática en paz y libertad”. También le recordó a Artur Mas que “los poderes públicos se ven sometidos al imperio de la ley y, respetándola, garantizan el ordenado funcionamiento del Estado".

Don Felipe se tomó un momento para dar personalmente la enhorabuena a Ada Colau por haber conseguido la alcaldía de Barcelona. Y digo personalmente porque lo hizo mirando a los ojos y tendiendo la mano, no desde un estrado. Esto no deja de ser otro aval para quien ha conseguido llegar a un puesto por la vía de la legalidad y los procedimientos democráticos de una monarquía constitucional como la española.

Esa misma tarde Ada Colau hizo coincidir a los operarios con las cámaras para que todo el mundo se enterara de que quitaba el busto de Don Juan Carlos que presidía la sala de plenos del Ayuntamiento desde el año 1976. La operación se repitió para que quedara debidamente registrada. El primer teniente de alcalde, Gerardo Pisarello explicó que el Real Decreto de 1986 establecía la obligatoriedad de la presencia de la efigie del rey en la sala y que dado que D. Juan Carlos había abdicado, la presencia de la misma era ilegal.

La delegación de Gobierno ha exigido que se coloque una efigie o cuadro del rey actual pero el consistorio se lo está pensando. Aducen que el nuevo gobierno de la ex-gran Barcelona es republicano y que la monarquía es un régimen con opacidades que no son de recibo en el siglo XXI.

Quien se haya creído lo de quitar la efigie para respetar la ley que levante la patita.

Pues eso...

¿Qué puede ser más chulo que sonreírle al rey por la mañana y quitar a su padre esa misma tarde. Qué puede tener más mala leche de fondo y más simbolismo que acudir a un acto que avala jueces, ser felicitado por quien te avala y correr a hacer una travesura, por no llamarle majadería, mirando de reojo? Eso sí, de reojo y no como hizo él de cara y mirando a los ojos.

La política de Colau y sus amigos en el resto de España ya ha dado claros signos de adolescencia. Se hace política a través de la transgresión y la propaganda. Francamente no está claro que la alcaldesa tenga la capacidad negociadora necesaria para hacer política y tampoco se sabe si aspira algo más que el postureo.

La alcaldesa va apostando por las acciones que venden o que son guais para el ámbito en el que suele moverse. A quien vive con adolescentes o ha tratado con ellos puede darle la sensación de estar gobernado por alguien que va probando a escandalizar al personal para ver qué cara ponen los frikis respetuosos de las leyes y deseosos de vivir en una ciudad ordenada y que progrese. Desde el punto de vista del adolescente el de “Hada” es un trabajo francamente divertido y no sólo eso. Los adolescentes, si están bien acompañados y tutelados, suelen transgredir mirando de reojo y al cabo de unos años encuentran que algunos padres no eran tan frikis y que algunas transgresiones valen pero no todas porque quizás haya que pensar qué va a comer uno y dónde va a vivir cuando los padres no lo mantengan.

Hay un pequeño inconveniente. Tener un gobierno que actúa como adolescente quizás es un lujo que una ciudad como Barcelona no se puede permitir y por la edad y la trayectoria transgresora de Ada Colau yo ya no le concedo el diagnóstico de adolescencia tardía ni el tratamiento de límites, tutela y paciencia. No se lo concedo porque a todos nos va mucho en el gobierno de nuestra ciudad.

Cuanto más los oigo a ella y a sus colegas y más aún cuando he visto que prometía “lealtad institucional” a Artur Mas, el presidente pregolpista cada vez me queda más claro que lo único en que es consistente nuestra alcaldesa es la transgresión. Casi da igual con quién haya que aliarse, el caso es transgredir. Ella es leal a sus principios (cualesquiera que sean y sin renunciar al sueldo y al cargo propios y de la pareja).

Preocupada por el futuro de Barcelona acudo a los manuales que confirman lo que hace meses me da vueltas en la cabeza. La legalidad vigente ha aupado al gobierno de la gran Metrópolis a alguien que yo encuentro que desprecia en gran medida las leyes que regulan la convivencia en esta sociedad y que se apega a las suyas propias. Es capaz de simular apego a la ley en algunas ocasiones y no se puede descartar que espere la oportunidad para saltárselas.

Si leemos el DSMIV (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) encontraremos mucho de esto en el diagnóstico del trastorno antisocial de la personalidad. Este trastorno cursa con: Perpetrar actos que provoquen detenciones, deshonestidad por beneficio propio o placer (chulería hablando mal y pronto), despreocupación, incapacidad para planificar el futuro, irresponsabilidad y por supuesto falta de remordimiento por todo lo anterior. La alcaldesa tiene la ventaja de que siempre parece que actúa en beneficio de los desfavorecidos. Pero esto que habéis leído no lo he inventado yo, está más que visto y estudiado. A veces es tratable pero no estoy segura de que estas sean las buenas credenciales para un alcalde.



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