La Ley Mordaza

Andaluces quejándose de la ley mordaza cuando llevan más de tres décadas callando los atropellos de la Junta de Andalucía. Silencio se roba. Sureños indignados cuando en la taifa no es necesaria la mordaza al existir la mostaza como ingrediente indispensable de la omertá que calla el latrocinio institucionalizado. Éstas que ahora se hacen las estrechas llevan demasiado tiempo tragando y con las rodillas degastadas. Señorías a cuatro patas sin que les haya importado nunca las embestidas de la bestia corrompida que lleva el 666 de la secta del capullo.
 
La muchachada de Podemos llevándose las manos a la cabeza cuando, de todos es sabido, apoyan o justifican la violencia con los disidentes en Cuba, Venezuela y cualquier nación de chichinabo que se precie. Ninguno ha querido ver la contradicción que supone poner el grito en el cielo por una ley que impide manifestaciones enfrente del congreso, que si no lo recuerdan es donde reside la voluntad popular, y no dejar que otros ajenos al partido, su partido, puedan sentarse con garantías en esas mismas cámaras en los países donde mandan.

Colau hablando de casta y de tiempos nuevos para terminar, como todos, contratando a sus familiares con la peregrina justificación de que su pareja, además de genio, cobrará del partido y no del ayuntamiento. Habría que recordarle a la indigente intelectual de Ada, que no es ninguna hada madrina, que la pasta de su partido -Guanyem o Miccionemos- también viene de los impuestos que pagan los barceloneses.

Esta es la izquierda española capaz de mostrar como arte a una mujer orinando en la vía pública. La misma que luego contrata al adefesio para dirigir el área de comunicación de la Ciudad Condal. Esta es la ideología que siempre justifica cualquier terrorismo islamista. Aquella que es incapaz de unirse a un pacto contra el terrorismo árabe -sí, árabe- y que quiere tomarnos a todos por idiotas.

La ley mordaza, que a mí como buen liberal no me gusta un pelo, debería ser acogida con alborozo por las bases de esas formaciones que tienen una guerra civil en la cabeza. Normativas que, aunque se quedan lejos del gulag por el que suspiran, suponen un ataque a aquellos que son más díscolos en las manifestaciones públicas. No sé de qué se quejan. Deberían estar aplaudiendo con las orejas.

En cualquier caso, lo único que va a quedar claro es la torpeza del partido popular y de su extraño presidente. También va a servir la normativa para enseñar la verdadera cara de estos radicales que están a favor de la represión si es el ejército popular la que la lleva a cabo. Incluso pretenden cerrar medios privados si llegan al poder pero ahora, solo porque les conviene en la propaganda política, lloran porque el panfleto del Pequeño Wyoming no se va a emitir este verano. Hoy más que nunca sabemos que la izquierda, al menos la más radical, es capaz de justificar cualquier mal si tiene a los suyos como protagonistas. Por todo ello, quiero añadir que si se hicieran los de Podemos con el poder, la ley mordaza iba a ser transformada, no le quepa duda a nadie, en el edicto de la horca.