sábado, 18 de julio de 2015

Cuartos traseros de pollo

 Artículo de Eduardo Maestre

A ver, señores: no es que carecer de vocabulario empobrezca sustantivamente el caudal de ideas y conceptos del indigente verbal, sino que empobrece también su vida personal, sus aspiraciones laborales, sus posibilidades de hallar el amor y hasta su praxis sexual! Un ceporro del calibre 39 –siendo el 40, por ejemplo, el mayor de los calibres- lo es, esencialmente, por carecer de recursos comunicativos: si no cuenta con las herramientas verbales mínimas, está condenado a dar vueltas a la noria de su devenir, uncido como un borriquito a ella hasta el final de
sus tristes días!

Aprender a leer, a escribir y a descifrar la enormidad de papeles escritos que por el mundo hay es la mayor pretensión de los que se saben esclavos y quieren ser hombres libres; porque la adquisición de los rudimentos de la lengua propia no sólo les permitirá saber qué narices les están poniendo por delante para que firmen, sino que puede construir dentro de sus cabezas toda una estructura virtual que en el futuro quizás les permita –pese  haber sido hasta ese momento sólo carne, músculo, sangre y mocos- estructurar el universo que se les presentaba por delante!

Sin embargo, no sólo la adquisición y almacenamiento de vocabulario mejora la inteligencia del individuo: con sólo cientos o miles de términos añadidos al bagaje semántico personal no sale un cenutrio de su fango; también debe conseguir una sintaxis adecuada que le permita ordenar y estructurar la Realidad. Porque, señores, la estructura de la frase, lo que se conoce como sintaxis, es la estructura misma de nuestra inteligencia! Nuestra sintaxis es nuestra inteligencia!

Una persona que tenga una buena sintaxis y una operativa capacidad de estructurar las frases, automáticamente es alguien capaz de edificar un constructo conceptual. Es decir: la capacidad de comunicar conceptos complejos no reside tanto en la mayor o menor brillantez con la que sale al exterior, sino en la fluidez con la que se forman dichos conceptos dentro de la cabeza del que pretende emitirlos, comunicarlos. Parafraseando eso que se dice de la caridad: la comunicación bien entendida comienza por uno mismo!

Bien. Pues ya tenemos dos de las tres patas que sostienen el banco sobre el que se asienta nuestro intento de comprender el mundo: un buen bagaje terminológico y una clara sintaxis. Pero aún me falta un tercer punto de apoyo que me permita definir un plano sobre el que sentarme a cavilar, y éste no es otro que la visión crítica: el estado de alerta constante que permite desenmascarar parte de la enorme cantidad de conceptos de uso común que se dan por válidos cuando en el fondo son pura falacia. Porque entre estos conceptos falsos nos criamos, a través de ellos nos movemos y su presencia a lo largo de la vida es tan abundante que, al igual que los peces no notan que respiran agua, nosotros, si no andamos atentos, podemos morir de puro viejos sin habernos percatado de que en toda nuestra vida no hemos respirado otra cosa que estupidez.

El otro día vi un cartel en la pared de fondo de una charcutería que, leído inconscientemente de un vistazo (maldita Gestalt!), me sumió en una molestia indefinida; algo menos fastidioso que una piedrecilla en el zapato, pero que me incomodaba. Al cabo de un rato se me pasó la molestia y no volví a acordarme del episodio hasta que escuché por la radio que en no sé qué hipermercado de Jerez había una oferta extraordinaria de cuartos traseros de pollo a 1€ el kilo: “un kilo de cuartos traseros de pollo sólo le costará un euro!” gritaba el anuncio. Y luego añadía otras ofertas de lo más ventajosas para el comprador.

Era eso! Era eso lo que leí de manera inconsciente en el cartel primorosamente escrito a mano con marcador negro en la carnicería! Porque allí también vendían cuartos traseros de pollo a un euro! Y entonces… Entonces lo vi! Qué cuartos traseros tiene un pollo? Si un pollo es un bípedo!!! Acaso ha visto alguien a un pollo caminar a cuatro patas? No! Claro que no! Entonces, cómo que cuartos traseros? Si acaso, serían cuartos bajos! O, directamente, patas! O, para suavizar lo de patas, muslos y contramuslos!

Pero no: se ha preferido desnaturalizar al animal y convertirlo en cuadrúpedo semoviente antes que utilizar no ya sólo el término sino el concepto correcto. Las razones han podido ser variopintas, pero me inclino a pensar que esta moda de llamar cuartos traseros a las patas del pollo es una muestra más de la megalomanía del publicista combinada con la connivencia y la memez del empresario en cuestión.

Otra estupidez es el austericidio. Las dos izquierdas, la melancólica y la neurasténica, utilizan sin pudor un término que, en rigor, significa el asesinato de la austeridad; es decir: la muerte de la austeridad; el final de ésta. Pero lo blanden justo en el sentido contrario; para ellos, el austericidio es el resultado de la presión insoportable que las medidas de austeridad aplicadas desde Bruselas a los países del Sur europeo han conseguido, y que no es otro que la pobreza, el hambre, los desahucios y la pérdida del estado del bienestar.
Todo esto es el austericidio para la izquierda española! Justo lo contrario de lo que significa. Incluso los del PP hace tiempo que lo han incluido en su vocabulario con el mismo erróneo sentido. A mí, qué quieren que les diga, desde el primer día que lo escuché me ha sonado siempre al fusilamiento de toda la familia real austriaca en la intimidad del jardín botánico de su palacio; allí, a las afueras de Salzburgo y entre las camelias! …Qué le vamos a hacer!

Luego está lo del emprendimiento. Supongo que uno está ya mayor para estas cosas, pero juraría que para tal significado ya había un significante: la empresa. Acometer una empresa, desde antes de que naciera Cervantes, significa emprender una aventura, arriesgarse a fracasar. Por extensión, montar una empresa suponía y supone arriesgar la propia hacienda, el propio sustento y la energía en una aventura comercial de la que sólo el futuro podrá dar noticia. Un empresario es, en principio, un aventurero, y, por antonomasia, un emprendedor.
Pero los términos empresa y empresario son tan odiados por la izquierda y tan temidos por la acojonada derecha que hay en España (el PP, quiero decir) que resulta más fácil para todos ellos calentar miles de paños y descalabrar términos claros poniendo en su lugar otros de extraña complexión que llamar a las cosas por su nombre. Todo sea por el diálogo social (otra expresión que es una soberana estupidez).
A mí, particularmente, emprendimiento me ha sonado, desde el primer choque con el término, a cofradía de la Semana Santa sevillana: el Emprendimiento de Nuestro Señor de la Pasión en su Oración en el Huerto, y Nuestra Señora de la Sostenibilidad y del Mayor Dolor: dos pasos.

Hablando del mayor dolor: qué piensan ustedes del concepto acuñado por la izquierda, referido a aquéllos que las están pasando canutas por estar en una situación límite y que han dado en llamar “personas en Peligro de Exclusión Social”? A ver: yo llevo toda la vida en peligro de exclusión social! Por mi carácter ácido y mi asertividad a veces excesiva, lo reconozco, he sido excluido socialmente de algunos círculos: no me quieren! Caigo mal. Qué puedo hacer? Bailar el agua a los filisteos?

Pero, además, he pasado épocas de mi vida adulta en las que he pasado bajo las horcas caudinas para poder comer, que no cenar (lo poco que ganaba no me daba para la cena!). Y también he conocido lo que significa tener una bronca con la que entonces era mi mujer por haberme gastado dinero en comprar un paquete de Ducados en vez de guardarlo para algo más básico; tantas angustias pasábamos, sin tener para la hipoteca ni para casi comer! Y años después, ya divorciado, no tener un duro jamás pese a estar trabajando como un mulo! Igual que hoy: sin un euro nunca! Nunca! Y jamás me he sentido por ello excluido socialmente.

En definitiva: que esta construcción gramatical “en peligro de exclusión social” esconde un severo reproche a quienes aún tienen trabajo, por muy duro y mal pagado que éste sea! Y, por descontado, a la empresa y al capital, que son los malos malísimos! Pero que nadie se engañe: es una expresión que resume en sí misma la estructura mental del castrador, del neovictoriano, del artista del reproche en el que se ha convertido hoy cualquier socialista.

Luego, está lo de poner en valor. Qué coño será eso? Valorar? Dignificar? Reivindicar? Considerar? No está para nada claro! Sin embargo, lo usa todo paleto con corbata cuando le ponen un micrófono delante! 
Y qué me dicen de contextualizar? Y de dimensionar? La otra tarde, conduciendo de regreso a mi casa, escuché decir en la radio a una socialista que en su partido iban “a emprender la dimensionización del problema”. No recuerdo a qué problema se refería, pero estaba claro: del sustantivo dimensión se pasa al pedantísimo verbo dimensionar (porque medir o tomar medidas es poco para estos políticos nuestros!), y, como cuando se emprende el camino de la estupidez ya no hay vuelta atrás, la acción de dimensionar se convierte –toma ya!- en dimensionización
Dios mío!!! Llévame pronto!!! Porque esto lleva camino de que en cualquier discurso de Susana Díaz aparezca el verbo dimensionizar y luego el sustantivo dimensionizacionamiento!!! Penitenciágite!!!

Esto por no hablarles a ustedes del lírico y provincianísimo mundo del fútbol, en donde hay muchas expresiones que lindan el surrealismo. No puedo detenerme en todas, pero hay una que me fascina, y cada vez que la escucho (que suele ser muy a menudo) soy catapultado al maravilloso y etéreo universo de la Metafísica: “en el próximo encuentro contra el Barça, Sergio Ramos será duda”. Y automáticamente me imagino al figura de Camas vagando por entre los pasillos de los vestuarios a solas, las luces del estadio casi apagadas, apoyándose en las paredes bastas de cemento con el brazo izquierdo mientras su mano derecha se posa sobre su cabeza y la mirada clavada en el suelo sólo le permite caminar muy lentamente. Un hamletiano Ramos se debate entre una opción y otra; tiene que elegir; ojalá el Destino le impidiera ejercer su libérrima voluntad!!! Pero no es así: debe decidir; tiene que elegir. Esto es para mí lo que significa que Sergio Ramos será duda.

Por otra parte, puedo asumir sostenibilidad, trazabilidad y cultivo ecológico. Pero no puedo con lo de cine de autor: es que acaso Terminator no tuvo autor? Se filmó a sí misma, como un ente surgido ex nihil? Venga ya!
Tampoco puedo con lo de la climatología adversa. No puedo!!! “Los ciclistas de la etapa de hoy, en su mayoría, no pudieron con la climatología adversa”. Por todos los santos! Nadie se da cuenta? El estudio del clima, los científicos que en esos centros de vigilancia se hallan, siempre entre ordenadores con pantallas de mil colorines, anemómetros, barómetros y demás medidores de los envites atmosféricos, acaso se ponen de acuerdo para impedir que los ciclistas puedan ascender al Alpe d’Huez con relativa calma? Señores! La climatología es el estudio del clima!!! Para decir lo que quieren decir estos calumniadores de científicos se utiliza la palabra tiempo: el tiempo adverso ha jugado una mala pasada a los deportistas, por ejemplo.

Me repatean los términos obligatoriedad e influenciar, pues ya existen obligación e influir que, además de más cortos, son menos pedantes y no necesitan extenderse para parecer más de lo que son.
Con desaceleración resurgen mis instintos más arcanos; aún me despierto a medianoche empapado en sudor recordando en pesadillas terribles a Zapatero hablando de desaceleración mientras que mi lóbulo temporal derecho se retuerce en espasmos. Desaceleración, Zetapé? Querrás decir parálisis, gilipollas! O frenada! Que yo sepa, un cuerpo puede acelerar, permanecer con una velocidad constante o frenar; pero desacelerar? Es como decir “la señora del 3ºB ha desvivido esta mañana de un síncope”. Será que ha muerto! No: ha desvivido. Pues lo mismo es desaceleración: una carajotada digna de quien la utilizó durante años.

Y qué me dicen ustedes del PRI? El Partido Revolucionario Institucional, que gobernó Mejico durante más de setenta años! Qué me dicen? Léanlo de nuevo: el Partido Re-vo-lu-cio-na-rio Ins-ti-tu-cio-nal. Dios santo! Se puede ser revolucionario y a la vez institucional? Algo que se instituye, por fuerza ha de dejar de revolverse! Si no, no hay dios que lo instituya! O al revés: un movimiento revolucionario, por narices ha de abandonar la idea, el concepto y la dinámica de lo ya instituido! No? Vamos: eso creo yo! Bien, pues decenas de millones de mejicanos, durante décadas y décadas, fueron gobernados no por un grupo político, ni siquiera por un concepto, sino nada menos que por un oxímoron!!! Y nadie se percató!!!

Enfín (todo junto y acentuado), no les quiero aburrir más con ejemplos; por cuestiones de extensión, debo parar ya; pero hay decenas de ellos; cientos! La mayoría, curiosamente, provienen del mundo de la Política. Resulta ciertamente complicado para un suspicaz como yo escuchar debates políticos, oír a comentaristas radiofónicos consagrados, leer artículos de entendidos en el asunto y tener que estar sorteando a cada paso, casi en cada frase, estos obstáculos que son como necrosis musculares en la exposición, como coágulos en las arterias del discurso; porque cada lugar común, cada latiguillo estúpido, cada término usado erróneamente me distrae de la idea general que se está exponiendo, obligándome a detener el caballo para sacudirme de encima esa especie de gavilán agonizante que me ha arrojado a la cara la socialista de turno, el podemita en ciernes o el pepero en cuestión.

Escuchar debates políticos en España se ha convertido, por mor de estos bloqueos momentáneos de la Lógica, en un auténtico ejercicio de la voluntad para no caer al abismo de oscuridad en el que los papanatas pacen amablemente. La arena política española, créanme ustedes, está llena de contextualizaciones, dimensionizaciones, obligatoriedades, puestas en valor y austericidios; todo ello sirve a una única causa: disimular. Disimular la ausencia casi absoluta de ideas, de propuestas políticas profundas, de conceptos que sustenten una estructura articulada por la inteligencia. Todo se les va a nuestros políticos en alargar los términos, en descoyuntar los huesos de los verbos para que parezcan más importantes, en rizar el rizo de las perífrasis para eludir el meollo de la cuestión, que no es otro que ocultar la inexistencia de una verdadera Política.


Y desengáñense ustedes: cualquier Parlamento autonómico está -así como las Cortes españolas-  hasta arriba de cuartos traseros de pollo, por más que no haya habido jamás sobre la faz de la tierra un solo pollo que caminara a cuatro patas!




1 comentario:

  1. Muy simpático tu artículo, Eduardo. Lo de los "cuartos traseros" es una evolución simplificadora del lenguaje, como tantas veces, porque todos los vertebrados somos cuadrúpedos y solo algunos grupos, habríamos adquirido la bipedestación. Esto constituye una fuente de discusiones perenne con los compañeros de Humanidades, cuando decimos "nosotros, los mamíferos" o "nuestras hembras y machos". Un compañero de Geografía me abroncó al referirme a las nieblas como "nubes". JAJA Saludos

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