Artículo de Eduardo Maestre
A ver, señores: no es que carecer de
vocabulario empobrezca sustantivamente el caudal de ideas y conceptos del
indigente verbal, sino que empobrece también su vida personal, sus aspiraciones laborales, sus posibilidades de
hallar el amor y hasta su praxis sexual! Un ceporro del calibre 39 –siendo el
40, por ejemplo, el mayor de los calibres- lo es, esencialmente, por carecer de
recursos comunicativos: si no cuenta con las herramientas verbales mínimas,
está condenado a dar vueltas a la noria de su devenir, uncido como un borriquito
a ella hasta el final de
sus tristes días!
Aprender a leer, a escribir y a
descifrar la enormidad de papeles escritos que por el mundo hay es la mayor
pretensión de los que se saben esclavos y quieren ser hombres libres; porque la
adquisición de los rudimentos de la lengua propia no sólo les permitirá saber
qué narices les están poniendo por delante para que firmen, sino que puede
construir dentro de sus cabezas toda una estructura virtual que en el futuro
quizás les permita –pese haber sido
hasta ese momento sólo carne, músculo, sangre y mocos- estructurar el universo que se les presentaba por delante!
Sin embargo, no sólo la adquisición y
almacenamiento de vocabulario mejora la inteligencia del individuo: con sólo
cientos o miles de términos añadidos al bagaje semántico personal no sale un
cenutrio de su fango; también debe conseguir una sintaxis adecuada que le
permita ordenar y estructurar la Realidad. Porque, señores, la estructura de la
frase, lo que se conoce como sintaxis, es la estructura misma de nuestra
inteligencia! Nuestra sintaxis es nuestra inteligencia!
Una persona que tenga una buena sintaxis
y una operativa capacidad de estructurar las frases, automáticamente es alguien
capaz de edificar un constructo
conceptual. Es decir: la capacidad de comunicar conceptos complejos no reside
tanto en la mayor o menor brillantez con la que sale al exterior, sino en la
fluidez con la que se forman dichos conceptos dentro de la cabeza del que pretende emitirlos, comunicarlos.
Parafraseando eso que se dice de la caridad: la comunicación bien entendida
comienza por uno mismo!
Bien. Pues ya tenemos dos de las tres
patas que sostienen el banco sobre el que se asienta nuestro intento de comprender
el mundo: un buen bagaje terminológico y una clara sintaxis. Pero aún me falta
un tercer punto de apoyo que me permita definir un plano sobre el que sentarme
a cavilar, y éste no es otro que la
visión crítica: el estado de alerta constante que permite desenmascarar parte de la
enorme cantidad de conceptos de uso común que se dan por válidos cuando en el
fondo son pura falacia. Porque entre estos
conceptos falsos nos criamos, a través de ellos nos movemos y su presencia a lo
largo de la vida es tan abundante que, al igual que los peces no notan que
respiran agua, nosotros, si no andamos atentos, podemos morir de puro viejos sin habernos percatado de
que en toda nuestra vida no hemos respirado otra cosa que estupidez.
El otro día vi un cartel en la pared de
fondo de una charcutería que, leído inconscientemente de un vistazo (maldita
Gestalt!), me sumió en una molestia indefinida; algo menos fastidioso que una
piedrecilla en el zapato, pero que me incomodaba. Al cabo de un rato se me pasó la molestia y no volví
a acordarme del episodio hasta que escuché por la radio que en no sé qué
hipermercado de Jerez había una oferta extraordinaria de cuartos traseros de
pollo a 1€ el kilo: “un kilo de cuartos traseros de pollo sólo le costará un
euro!” gritaba el anuncio. Y luego añadía otras ofertas de lo más ventajosas
para el comprador.
Era eso!
Era eso lo que leí de manera inconsciente en el cartel primorosamente escrito a
mano con marcador negro en la carnicería! Porque allí también vendían cuartos
traseros de pollo a un euro! Y entonces… Entonces lo vi! Qué cuartos traseros tiene un pollo? Si un pollo es
un bípedo!!! Acaso ha visto alguien a un pollo caminar a cuatro patas? No!
Claro que no! Entonces, cómo que cuartos
traseros? Si acaso, serían cuartos bajos!
O, directamente, patas! O, para suavizar lo de patas, muslos y contramuslos!
Pero no: se ha preferido desnaturalizar
al animal y convertirlo en cuadrúpedo semoviente antes que utilizar no ya sólo
el término sino el concepto correcto. Las razones han podido ser variopintas,
pero me inclino a pensar que esta moda de llamar cuartos traseros a las patas
del pollo es una muestra más de la megalomanía del publicista combinada con la
connivencia y la memez del empresario en cuestión.
Otra estupidez es el austericidio. Las dos izquierdas, la melancólica y la
neurasténica, utilizan sin pudor un término que, en rigor, significa el asesinato de la austeridad; es decir:
la muerte de la austeridad; el final de ésta. Pero lo blanden justo en el
sentido contrario; para ellos, el austericidio es el resultado de la presión
insoportable que las medidas de austeridad aplicadas desde Bruselas a los
países del Sur europeo han conseguido, y que no es otro que la pobreza, el
hambre, los desahucios y la pérdida del estado del bienestar.
Todo esto es el austericidio para la
izquierda española! Justo lo contrario de lo que significa. Incluso los del PP
hace tiempo que lo han incluido en su vocabulario con el mismo erróneo sentido.
A mí, qué quieren que les diga, desde el primer día que lo escuché me ha sonado
siempre al fusilamiento de toda la familia real austriaca en la intimidad del
jardín botánico de su palacio; allí, a las afueras de Salzburgo y entre las camelias! …Qué le vamos
a hacer!
Luego está lo del emprendimiento. Supongo que uno está ya mayor para estas cosas,
pero juraría que para tal significado ya había un significante: la empresa. Acometer una empresa, desde
antes de que naciera Cervantes, significa emprender una aventura, arriesgarse a
fracasar. Por extensión, montar una empresa suponía y supone arriesgar la
propia hacienda, el propio sustento y la energía en una aventura comercial de
la que sólo el futuro podrá dar noticia. Un empresario es, en principio, un
aventurero, y, por antonomasia, un emprendedor.
Pero los términos empresa y empresario son
tan odiados por la izquierda y tan temidos por la acojonada derecha que hay en
España (el PP, quiero decir) que resulta más fácil para todos ellos calentar
miles de paños y descalabrar términos claros poniendo en su lugar otros de
extraña complexión que llamar a las cosas por su nombre. Todo sea por el
diálogo social (otra expresión que es una soberana estupidez).
A mí, particularmente, emprendimiento me ha sonado, desde el
primer choque con el término, a cofradía de la Semana Santa sevillana: el
Emprendimiento de Nuestro Señor de la Pasión en su Oración en el Huerto, y Nuestra
Señora de la Sostenibilidad y del Mayor Dolor: dos pasos.
Hablando del mayor dolor: qué piensan
ustedes del concepto acuñado por la izquierda, referido a aquéllos que las
están pasando canutas por estar en una situación límite y que han dado en
llamar “personas en Peligro de Exclusión Social”? A ver: yo llevo toda la vida
en peligro de exclusión social! Por mi carácter ácido y mi asertividad a veces
excesiva, lo reconozco, he sido excluido socialmente de algunos círculos: no me
quieren! Caigo mal. Qué puedo hacer? Bailar el agua a los filisteos?
Pero, además, he pasado épocas de mi vida adulta en las que
he pasado bajo las horcas caudinas para poder comer, que no cenar (lo poco que
ganaba no me daba para la cena!). Y también he conocido lo que significa tener
una bronca con la que entonces era mi mujer por haberme gastado dinero en
comprar un paquete de Ducados en vez de guardarlo para algo más básico; tantas
angustias pasábamos, sin tener para la hipoteca ni para casi comer! Y años después, ya divorciado, no tener un duro jamás pese a estar trabajando como un mulo! Igual que hoy: sin un euro nunca! Nunca! Y jamás me
he sentido por ello excluido socialmente.
En definitiva: que esta construcción gramatical “en
peligro de exclusión social” esconde un severo reproche a quienes aún tienen
trabajo, por muy duro y mal pagado que éste sea! Y, por descontado, a la empresa y al capital, que son los malos malísimos! Pero que nadie se engañe: es una expresión que resume en
sí misma la estructura mental del castrador, del neovictoriano, del artista del reproche en el que se ha convertido hoy cualquier socialista.
Luego, está lo de poner en valor. Qué coño será eso? Valorar? Dignificar?
Reivindicar? Considerar? No está para nada claro! Sin embargo, lo usa todo paleto con corbata cuando le ponen un micrófono delante!
Y qué me dicen de contextualizar? Y de dimensionar?
La otra tarde, conduciendo de regreso a mi casa, escuché decir en la radio a una socialista que en su partido iban “a emprender la dimensionización
del problema”. No recuerdo a qué problema se refería, pero estaba claro: del sustantivo dimensión se pasa al pedantísimo verbo dimensionar (porque medir o tomar medidas es poco para estos políticos nuestros!), y, como cuando se emprende
el camino de la estupidez ya no hay vuelta atrás, la acción de dimensionar se convierte –toma ya!- en dimensionización.
Dios mío!!! Llévame
pronto!!! Porque esto lleva camino de que en cualquier discurso de Susana Díaz aparezca el verbo dimensionizar y luego el sustantivo dimensionizacionamiento!!! Penitenciágite!!!
Esto por no hablarles a ustedes del lírico y
provincianísimo mundo del fútbol, en donde hay muchas expresiones que lindan el
surrealismo. No puedo detenerme en todas, pero hay una que me fascina, y cada
vez que la escucho (que suele ser muy a menudo) soy catapultado al maravilloso
y etéreo universo de la Metafísica: “en el próximo encuentro contra el Barça, Sergio
Ramos será duda”. Y automáticamente
me imagino al figura de Camas vagando por entre los pasillos de los
vestuarios a solas, las luces del estadio casi apagadas, apoyándose en las
paredes bastas de cemento con el brazo izquierdo mientras su mano derecha se
posa sobre su cabeza y la mirada clavada en el suelo sólo le permite caminar muy
lentamente. Un hamletiano Ramos se debate entre una opción y otra; tiene que
elegir; ojalá el Destino le impidiera ejercer su libérrima voluntad!!! Pero no
es así: debe decidir; tiene que elegir. Esto es para mí lo que significa que Sergio Ramos será duda.
Por otra parte, puedo asumir sostenibilidad,
trazabilidad y cultivo ecológico. Pero no puedo con lo de cine de autor: es que acaso Terminator
no tuvo autor? Se filmó a sí misma, como un ente surgido ex nihil? Venga ya!
Tampoco puedo con lo de la climatología adversa. No puedo!!! “Los
ciclistas de la etapa de hoy, en su mayoría, no pudieron con la climatología
adversa”. Por todos los santos! Nadie se da cuenta? El estudio del clima, los
científicos que en esos centros de vigilancia se hallan, siempre entre
ordenadores con pantallas de mil colorines, anemómetros, barómetros y demás
medidores de los envites atmosféricos, acaso se ponen de acuerdo para impedir que los
ciclistas puedan ascender al Alpe d’Huez con relativa calma? Señores! La
climatología es el estudio del clima!!! Para decir lo que quieren decir estos
calumniadores de científicos se utiliza la palabra tiempo: el tiempo adverso ha jugado una mala pasada a los deportistas, por
ejemplo.
Me repatean los términos obligatoriedad e influenciar, pues ya existen obligación e influir que, además de
más cortos, son menos pedantes y no necesitan extenderse para parecer más de lo
que son.
Con desaceleración
resurgen mis instintos más arcanos; aún me despierto a medianoche empapado en
sudor recordando en pesadillas terribles a Zapatero hablando de desaceleración
mientras que mi lóbulo temporal derecho se retuerce en espasmos. Desaceleración, Zetapé?
Querrás decir parálisis, gilipollas! O frenada! Que yo sepa, un cuerpo puede acelerar,
permanecer con una velocidad constante o frenar; pero desacelerar? Es como
decir “la señora del 3ºB ha desvivido
esta mañana de un síncope”. Será que ha muerto! No: ha desvivido. Pues lo mismo es desaceleración:
una carajotada digna de quien la utilizó durante años.
Y qué me dicen ustedes del PRI? El
Partido Revolucionario Institucional, que gobernó Mejico durante más de setenta
años! Qué me dicen? Léanlo de nuevo: el Partido Re-vo-lu-cio-na-rio Ins-ti-tu-cio-nal.
Dios santo! Se puede ser revolucionario y a
la vez institucional? Algo que se instituye, por fuerza ha de dejar de
revolverse! Si no, no hay dios que lo instituya! O al revés: un movimiento
revolucionario, por narices ha de abandonar la idea, el concepto y la dinámica
de lo ya instituido! No? Vamos: eso
creo yo! Bien, pues decenas de millones de mejicanos, durante décadas y
décadas, fueron gobernados no por un grupo político, ni siquiera por un concepto, sino nada menos que por un oxímoron!!! Y
nadie se percató!!!
Enfín (todo junto y acentuado), no les
quiero aburrir más con ejemplos; por cuestiones de extensión, debo parar ya;
pero hay decenas de ellos; cientos! La mayoría, curiosamente, provienen del
mundo de la Política. Resulta ciertamente complicado para un suspicaz como yo
escuchar debates políticos, oír a comentaristas radiofónicos consagrados, leer artículos
de entendidos en el asunto y tener que estar sorteando a cada paso, casi en
cada frase, estos obstáculos que son como necrosis musculares en la exposición,
como coágulos en las arterias del discurso; porque cada lugar común, cada
latiguillo estúpido, cada término usado erróneamente me distrae de la idea
general que se está exponiendo, obligándome a detener el caballo para sacudirme
de encima esa especie de gavilán agonizante que me ha arrojado a la cara la
socialista de turno, el podemita en ciernes o el pepero en cuestión.
Escuchar debates políticos en España se
ha convertido, por mor de estos bloqueos momentáneos de la Lógica, en un
auténtico ejercicio de la voluntad para no caer al abismo de oscuridad en el
que los papanatas pacen amablemente. La arena política española, créanme
ustedes, está llena de contextualizaciones,
dimensionizaciones, obligatoriedades, puestas en valor y austericidios;
todo ello sirve a una única causa: disimular. Disimular la ausencia casi
absoluta de ideas, de propuestas políticas profundas, de conceptos que
sustenten una estructura articulada por la inteligencia. Todo se les va a
nuestros políticos en alargar los términos, en descoyuntar los huesos de los
verbos para que parezcan más importantes, en rizar el rizo de las perífrasis
para eludir el meollo de la cuestión, que no es otro que ocultar la
inexistencia de una verdadera Política.
Y desengáñense ustedes: cualquier
Parlamento autonómico está -así como las Cortes españolas- hasta arriba de cuartos traseros de pollo, por más que no haya habido jamás sobre
la faz de la tierra un solo pollo que caminara a cuatro patas!
Muy simpático tu artículo, Eduardo. Lo de los "cuartos traseros" es una evolución simplificadora del lenguaje, como tantas veces, porque todos los vertebrados somos cuadrúpedos y solo algunos grupos, habríamos adquirido la bipedestación. Esto constituye una fuente de discusiones perenne con los compañeros de Humanidades, cuando decimos "nosotros, los mamíferos" o "nuestras hembras y machos". Un compañero de Geografía me abroncó al referirme a las nieblas como "nubes". JAJA Saludos
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