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miércoles, 24 de junio de 2015

Bombardear Málaga



El desierto de Almería es tan árido que ni un conejo se atrevería a cruzarlo sin llevar fiambrera y cantimplora. Es cuestión de sentido común que es el menos común de los sentidos. Se llama ser previsor. Aplicando el cálculo de las posibles contingencias, si usted, macho ibérico donde los haya, recibiera en pleno estío la visita de unas bellas damiselas escandinavas con fuego en la entrepierna, su primera medida juiciosa sería hacer acopio de miles de preservativos. Igualmente, si hubiera de pasar el invierno en una cabaña del frío Canadá, haría bien en llevar siempre consigo un rifle. No vaya a tener la desgracia de toparse con un oso que, hambriento y desesperado, desease lo mismo
que su señoría al contemplar a las nórdicas. Y es que nunca se sabe cuando a uno lo quieren poner mirando a Cuenca. Caminemos, y yo el primero, por la senda de la precaución.

En cualquier caso, no soy experto en conejos campestres pero sí sé algo de osos y, de conejitas ni les cuento. También soy bastante avezado en saber que solo puedo confiar en mi miembro pues es el único que nunca me dará por detrás. Por eso, cuando el día de San Juan se asoma tras la esquina, un servidor se echa a temblar literalmente. Primero porque mi pequeña playa privada se empieza a llenar de extraños seres vocingleros. Segundo porque la población de Málaga se quintuplica en esta época y, la Junta de Andalucía decide cerrar el 25% de camas y más de la mitad de los quirófanos. La consecuencia es un caos sanitario de tal calibre que se colapsan todos los servicios de urgencias. Y eso en la provincia de España con el peor ratio de camas por habitante.

Ante tal despropósito, cabe preguntarse si el gobierno regional lo hace por pura maldad o porque sus miembros reúnen todas las características del necio. Aquí uno puede ser previsor hasta cierto punto, pero no podemos decidir en qué momento hemos de enfermar.  Luego están los imponderables de la vida: un accidente provocado por un turista buscando la playa a la altura de Ronda, un buitre leonado que ataca a la suegra en el parque natural de El Chorro. Infortunios que siempre les ocurren a los demás hasta que nuestro ángel de la guarda decide hacerse el despistadillo. En esos casos, ni rifle, ni preservativo, ni  una mísera cantimplora serán suficientes para evitarnos el mal trago.

Sea como fuere, el asunto es que los zopencos del gobierno de la taifa han decidido no dejar día del año sin putearnos. Creo que sería mucho más fácil si tiraran una bomba atómica en el corazón de la Malagueta. Así, de una tacada, acabarían con esta población tan levantisca de una puñetera vez. Sí, esa acción es tan discreta como la presencia de un elefante en una ermita junto al mediterráneo, pero tampoco son los socialistas muy mesurados a la hora de meter la mano en la caja común. Por otra parte, la Sexta, Cuatro y Canal Sur ya encontrarían alguna justificación al bombardeo de Málaga como en el caso de Zapata; “el contexto histórico y tal”, esta gente era de origen judío y comerciaba hasta la usura, eran del PP.

Como ustedes comprenderán, los nacidos en estas orillas marinas nos sentimos como Tsutomu Yagamuchi- japonés que sobrevivió a las dos bombas atómicas que lanzaron los norteamericanos contra Japón- y no tenemos  ninguna necesidad de mostrar en público el símbolo de nuestros exterminadores. Como de momento no tenemos ejército que nos defienda, nos limitamos a ver como el gobierno se hace el harakiri contratando a la ex Rectora de la Universidad de Málaga, una de las peores de España según el ranking. Entonces sabemos que el golpe al bombardeo va a ser de 40 kilotones- el doble de lo normal-Sencillamente, cuando un presupuesto entra en contacto con Doña Adelaida de la Calle, prepárense para el apocalipsis. Quedan todos avisados. Sean previsores y el de la gorra que corra.


http://www.eldemocrataliberal.com/search/label/SERGIO%20CALLE%20LLORENS

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