Levantarte cada mañana sin tener que dar la mano a la gente
a la que detestas supone la única libertad posible. Para lograrla se necesita
dinero, ingentes cantidades de dinero. Por esa libertad que, según Don Quijote
se puede y se debe aventurar la vida, hacemos infinidad de locuras.
Desgraciadamente, hoy somos menos libres que ayer y mañana lo seremos aún menos. España, básicamente un
país de cabreros en el que se grita a todas horas, aplaude como nadie cualquier
medida que se tome en contra del libre albedrío. La última ovación general
tiene que ver con el anuncio hecho por el Reino de Dinamarca de excluir el
dinero como forma de pago en la gran
mayoría de establecimientos del país. La medida tendría su justificación en el
ahorro de costes que supone, afirman los nórdicos, abonar todo con tarjeta.
La implementación de este sistema, además de un ataque total
en la línea de flotación de la libertad de los ciudadanos, es del todo curiosa
porque una de las características fundamentales del dinero de curso legal es
que no se puede rechazar en una jurisdicción emitida por un banco central. Esto abre la
puerta de par en par a una abolición progresiva en el futuro del dinero
efectivo en la tierra de Hans Christian Andersen y, si cunde el ejemplo, en
el resto de naciones. Hay que recordar
que hoy día, la gran mayoría de daneses paga con tarjeta en cualquier tipo de
transacción económica. Si nos atenemos a las declaraciones de su ministro de
finanzas, a partir de enero de 2016 las tiendas, restaurantes y gasolineras del
país tendrán la opción de rechazar a aquellos clientes que quieran pagar con
dinero en efectivo.
El asunto es ciertamente monstruoso pues termina con
cualquier posibilidad de esconder a las autoridades en qué gastamos nuestro
parné; esa cena con la amante de turno, ese champagne francés gastado en la
intimidad de un hotel se convierten, de facto, en información que no podremos
esconder. El dinero en efectivo es nuestro último recurso para esconder del
Estado que quiere saber si, como los italianos, usamos la talla de
preservativos más pequeña del viejo continente o, nos gastamos los cuartos en
publicaciones críticas con el poder.
Probablemente una inmensa mayoría desconoce que lo saben
todo de nosotros. Y si usted se encuentra entre esos millones de papanatas
ajenos a la verdad, yo le voy a dar unos cuantos ejemplos para que se entere de
qué va la cosa. Mire, cada vez que usted usa una tarjeta de puntos en una
gasolinera, esa información es remitida a una empresa británica con sede en las
afueras de Madrid. Allí quedará registrado el lugar donde ha repostado y, en
qué más ha empleado su dinero. La cosa es grave porque no estamos ante una
empresa gubernamental, sino extranjera que puede vender esa información, de
hecho lo hace, al mejor postor. Además, en España el cretino de Rodríguez
Zapatero introdujo el sistema integral de interceptación de comunicaciones
electrónicas (Sitel) elaborado por Ericsson para el Gobierno de Aznar. Una
tecnología que permite al Gran Hermano pinchar todos los teléfonos al mismo
tiempo y conocer, entre otras cosas, nuestro operador telefónico, el tipo de contrato y hasta el contenido de
nuestras conversaciones. Muchos pensarán que eso sólo puede ocurrir con la
autorización de un juez, pero, en verdad, los servicios de inteligencia no
necesitan permiso de nadie para espiarnos. Finalmente, quiero compartir el hecho de que
ECHELON- la mayor red de espionaje y análisis para interceptar comunicaciones
electrónicas de la historia.-controlada por los países anglosajones- permite
capturar por radio y satélite, llamadas de teléfono, faxes y los emails en casi
todo el planeta. Y sí, en Castilla la
Mancha tenemos una antena que usan España y Alemania para
recibir los reportes de la red.
Es conmovedor ver al personal conectarse a la red wifi de la
cafetería, ajenos a los miles de ojos que escrutan cada mensaje que mandan a
sus contactos. A nadie debe extrañar que este grupo de personas, muy de
izquierdas por otra parte, sea el que mayor apoyo da al nuevo ataque a la
libertad que se va a acometer en Dinamarca. Es la misma gente que se ríe de uno
cuando les cuento que uso un sistema de encriptación para que nadie sepa qué me
traigo entre manos. Por cierto, llevo más de un lustro sin usar tarjetas de
crédito.
El dinero anónimo es el último remanso de paz que nos queda.
Como buen liberal no puedo sentirme más que aterrorizado con lo que se avecina
en mi segundo país; Dinamarca. Justificar esta medida aberrante alegando
motivos de ahorro, no deja de ser una estupidez mayúscula porque, aunque bien
es cierto que en Escandinavia es una democracia plena, no es menos veraz que
también es una preciosa tarta completamente podrida por dentro.
Mucho me temo que de aquí a poco tiempo, una legión de
tarados comenzará a gritar de nuevo “el vivan las caenas” con camisetas verdes
pidiendo un mundo más justo sin dinero físico. La ecología y tal. Tiemblo
imaginando lo que podría hacer la
Junta con los
disidentes que compramos prensa crítica con el régimen. Y lo sabrían si tenemos
que pagar con tarjeta.
Pues aquí ya hemos comenzado. De hecho el limite lo tenemos en 2500€,
ResponderEliminarLo que ocurre es que los ciudadanos de a pié no nos enteramos. No nos damos cuenta de que los bancos se crearon para defender los intereses de sus depositarios y que ahora se han convertido en auténticos chivatos. No doy crédito a que no se pueda hacer un ingreso a por ejemplo Endesa, salvo los días y horas determinados para ello.
Es decir..... Hola, mire usted, quería hacer un ingreso para pagar la luz y me han indicado que podía hacerlo en cualquiera de sus sucursales a este numero de cuenta... Y entonces señalan un cartel pegado a un pilar de la entidad en el que dicen que solo se podrá pagar la luz de lunes a miércoles y de 9 a 10 de la mañana. ¡Joder! es jueves y son las once... Esto no venia en la carta...
Entonces casi suplicas "por que esto de un cartel parece ley penal" que es que no puedes por las razones que sean, y simplemente te dicen que no pueden hacer nada. A lo cual contestas que por favor te emita un justificante para comunicar a la compañía que simplemente no me dejaron hacer un ingreso en efectivo.....¿?......!Señores! esto es un Banco y no puedo hacer un ingresoooooooooooooooooooo.
Pues nadie se queja.
Y yo, si algún día me toca la primitiva seguiré como ahora. Pagando en efectivo, al menos mientras pueda. Y si no puedo pero tengo medios, el mundo es enorme. Ya encontraré la libertad en la que creo.
Suscribo pero una cosa más; pagar la luz es de sumo cumplimiento. Dejarte los cuartos en revistas críticas y que, automáticamente, lo sepa el Gran Hermano es absolutamente aterrador. Pues ahí tienes a los españolitos aplaudiendo con las orejas. Un saludo
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