Vaya por delante que yo no soy monárquico ni republicano
sino todo lo contrario. En verdad, prefiero la República de Austria a la
Monarquía alauita, o Suecia a la República del Congo. Sin embargo, he vivido en
una nación tan Realista como Dinamarca en la que, diga lo que diga García
Trevijano -Lebrijano porque siempre termina dando el cante-, existe una lógica
y efectiva separación de
poderes, consecuencia de cientos de años de prácticas
democráticas.
En cualquier caso, que un señor que asesoraba al mismísimo
dictador guineano Macías venga a dar lecciones democráticas, es casi como si
Hitler quisiera convencernos de la importancia de las leyes rabínicas. Mi
anterior afirmación es un hecho avalado por el resultado de las querellas que
puso el personaje a los periodistas de la época que hicieron público el
“informe Guinea”. Dicho de otra manera, perdió todos los pleitos y desde
entonces lleva rumiando su derrota. No se fue, le echaron. Hoy le queda recordar
lo que nunca ocurrió. Y lo que realmente pasó contiene una mancha rojiza en su
hoja de servicios.
Supongo que el debate monarquía-república debe ser muy
interesante para los ociosos que pululan por las Españas. Imagino que esa
dicotomía ha de ser muy excitante pero una cosa es el continente y, otra bien
distinta, el contenido. Empero, deberían tener la honradez de contar las cosas
tal y como son. En España tuvimos una república y no dos, como se suele afirmar.
La primera fue una ficción que duró medio año; no es que fracasara, es que sólo
existió sobre el papel. Aquella golfada tuvo como gran logro la guerra entre
los cantones de Murcia y Cartagena. De
la de 1931, ¡qué les puedo contar que ya no sepan!
España necesita la figura de un monarca como árbitro de la
política española. Un papel que no podría ejercer ni Aznar, ni Chaves ni mucho
menos García Trevijano que, por cierto, cuenta más trolas que los editoriales
del Observatore Romano. No es que yo sea muy partidario de las cosas hereditarias,
pero al menos, de momento, prefiero tener a Felipe VI como Jefe del Estado que
a Susana Díaz. Y no me hablen de democracia porque el pueblo, especialmente el
andaluz, siempre termina eligiendo a los más patanes para que dirijan sus
destinos.
Creo que no hay nada como alejarse del país para curarse de
la psicosis de la III República y sus vuelos gallináceos que, en ningún caso,
resolverían los problemas de España. Entiendo que estar sometido al azar más
rigurosamente Pascaliano tiene sus riesgos, pero vengo de una larga estirpe de
soldados que siempre defendieron a la Corona y no es plan de cambiar de
bando.
Por todo lo expuesto, quiero hacer constar que
aunque tengo ciertas dotes para el ejercicio de paciencia y mansedumbre, llevo
en la sangre aquel viejo grito de los soldados de la Corona de Aragón:
“Despierta Ferro”. Sencillamente, una vez despabilada la espada podemos voltear
las armas enemigas mientras buscamos su tercio más débil. Y no hay nada más
débil que García Trevijano y los suyos. Lean este consejo: aquí hay mucho acero
para derrocharlo tan de mañana en estos combates. Céntrense en el enemigo común,
la Junta de Andalucía. Y dejen de dar la barrila.
La república es el cultivo de la virtud y el amor a la patria.La república es la forma política del estado y la forma de gobierno sería democracia, separación de poderes y representación con mandato imperativo y revocable y limitación de mandatos.
ResponderEliminarEl amor a la patria no tiene nada que ver con la forma de Estado. Hay separación de poderes en monarquías parlamentarias y poderes malignos en Repúblicas bananeras. No es el envoltorio sino el producto. Por otra parte, el problema español es ese odio africano para el que piensa diferente y, un Presidente de una supuesta república seria todo, menos árbitro Y se serlo, sería tan negro como los de la vulgar liga española de fútbol.
EliminarPor cierto, los republicanos patrios me recordáis a ese chiste que decía así; - ¿María qué pongo el porno o el fútbol?- El porno Paco, que al fútbol ya sabes jugar. Pues eso, ya sabemos lo que dicen los libros de Trevijano- Lebrijano y ahora, pos supuesto, os toca leer algo más. Adelante que no es tan difícil.
EliminarDecía mi padre que prefería la monarquía a pesar del,privilegio hereditario. Porque era mas barata, respetada por todos y, sobre todo, porque estaba por encima de banderías. Y está
ResponderEliminarMuy cierto. Además es que no cambiaría nada con una República sino que empeoraría todo. Es como el tema de la imposible segregación de Cataluña en la que han llegado a prometer hasta tener dos orgasmos por Día si llega la independencia. Pero adónde vamos a parar? Saludos
EliminarTranquilo, que ya no habrá más "barrila".
ResponderEliminar¡Alabado sea Dios!
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