Frente a la casa de una amiga mía, en un pueblo andaluz de cuyo nombre no quiero acordarme, hay un colegio público cuyo patio de recreo se llena de voces blancas un par de veces durante la mañana; el griterío sin leyes de los niños es como un perfume que lo inunda todo de un runrún familiar, y, pese al ruido, no molesta. Como los grillos; como los chaparrones, forma parte del ambiente.
A la
izquierda de su terraza, y al lado del colegio, se levanta un modernísimo
ambulatorio de dos plantas que tardó en construirse un año y medio. Dieciocho
meses de polvo, ruido, calor, fango,
Maoíto,
abre el agua! Año y medio de camiones percutiendo planchas de acero,
hormigoneras haciendo la digestión, Valevalevale!
Quinientos días de arena, cemento, palés de ladrillos, perforadoras, rotaflex,
encofradores, ferrallistas, dademano!
Hace
unos cuatro años mi amiga se mudó de casa, cuando estaban a punto de terminar el ambulatorio ultramoderno, al que califico
así no sólo por su diseño horizontal, con ventanales que auguraban luminosidad
y alegría en sus salas de espera, sino porque está rodeado de un hermoso jardín
con parterres japoneses delimitados por minúsculas piedrecitas blancas y
marfil. Su diseño externo (jamás ha entrado nadie que no perteneciera a la
cuadrilla de albañiles, que se sepa!) confiere tranquilidad y serenidad a la
zona. No es como los antiguos centros de salud, sino que evidentemente responde
a un criterio arquitectónico de diseño ad
hoc.
Mi amiga
se marchó de su casa de pueblo habiendo sufrido el año y medio de ruido, polvo
e incomodidades que conllevan este tipo de construcciones, pero sin verlo
inaugurar. Y hoy, sigue sin abrir sus puertas. Sería absurdo que las abriera,
pues no está dotado ni de mobiliario ni de nada! Habría que llenarlo de mesas,
sillas, luces, ordenadores, camillas, material sanitario, bancadas para las
salas de espera… Amén de personal sanitario, claro está! Pero parece que el SAS
se olvidó de él. La Junta lo ha perdido en el camino del éxito: todo sea por el
Susanato!
Saben
ustedes qué supondría para un barrio, para un pueblo mediano la apertura de un
centro de salud de estas características? Pues, sin ser economista, de momento
se me ocurren varias transformaciones en su entorno: los pisos vacíos serían
alquilados inmediatamente por el personal sanitario interino y fijo; las ventas
inmobiliarias se dispararían; los vendedores de lotería y del cupón
proliferarían; comenzarían a abrirse multitud de cafeterías y restaurantes y
hamburgueserías en donde alimentar tanto a las enfermeras como a los médicos,
tanto a los administrativos como a los bedeles; amén de a los pacientes!
De
haberse inaugurado el centro de salud en su momento, un cinturón de bares,
tiendas, farmacias, estancos, pollos asados, copisterías, ropita para niño,
heladerías, sucursales bancarias, desavíos,
kioskos y shoarmas habrían florecido
en la zona! Porque cuánto dinero se mueve
alrededor de un simple ambulatorio de pueblo? Cuántos puestos de trabajo de los
que llaman indirectos se crean simultáneamente
a la apertura de un centro de salud? Cientos. Cientos de trabajadores nuevos
metiendo dinero en su casa y gastándolo en la calle.
Un
ambulatorio nuevo es un revulsivo económico para la zona en la que se inscribe,
porque a su alrededor florecen inmediatamente una suerte de círculos
concéntricos de pequeños negocios que responden a determinadas necesidades de
los usuarios circunstanciales. Cómo creen ustedes que nació la hermosa ciudad
de León? Allí no había nada! Campo! Maleza, arbustos, cuevas. Nada! Pero se
instaló, treinta años antes de que naciera Jesucristo, un castro romano, un
campamento militar a las órdenes de Roma lleno de soldados aburridos. Y comenzó
a surgir en su entorno un cinturón de tabernas, vendedores de aceite, herreros,
ganaderos, putas, sacamuelas… Siendo, como fue, el único campamento militar
romano que se mantuvo en Hispania hasta el siglo V (ya Roma agonizante), para
cuando las tropas se retiraron (en realidad, se disolvieron en el paisaje), la ciudad llevaba formada y
funcionando a pleno pulmón más de cuatro siglos; que se dice pronto!
Pues
esto mismo ocurre, a niveles más modestos,
alrededor de cualquier edificio destinado a sufrir un trasiego
importante de ciudadanos: la zona se activa; los negocios florecen; se crea
riqueza; el dinero circula. Actividad,
florecimiento, riqueza, circulación:
cuatro conceptos que el socialismo andaluz ha escondido al fondo de un cajón
cualquiera en un mueble cerrado con llave, y que la maquinaria ciega de la
Junta ha arrinconado en la esquina de una habitación cuya puerta ha condenado
como si tras la misma hubiera ébola!
El
resultado de ésta y de tantas otras puertas condenadas no es otro que el
estatismo, el marchitamiento, la pobreza y la esclerotización de cualquier
intento de empresa personal. Y, claro, como las regiones son la resultante de
la actividad de sus individuos, la desgraciada tierra andaluza -poco a poco y
casi imperceptiblemente para la mayoría de los que vivimos en ella- se ha ido
paralizando y ha terminado por anquilosar sus articulaciones, por oxidar sus
engranajes, por detener sus pulsos.
Si se fijan ustedes, el gigantesco monstruo
administrativo socialista (que ya no es sólo la Administración llamémosle legal, siempre omnipresente y ubicua,
sino también la ominosa Administración paralela,
metida en la vida y hacienda de cada andaluz como si tuviera legitimidad para
hacerlo!) no ha incentivado jamás la iniciativa personal; no sólo eso: la ha castigado con dureza si ésta apuntaba
maneras de independencia y éxito al margen del paternalismo oficial de la
Junta. Cuántas orquestas; cuántos grupos de música; cuántas compañías de teatro
he conocido (por hablar del campo escénico, en el que me he movido con soltura
durante más de treinta años) y tengo constancia de que han sido literalmente ahogadas por no ceñirse a
los circuitos oficiales, a las estrechas bridas de la subvención socialista?
Cientos? Miles, en los más de 35 años de
nacionalsocialismo andaluz?
Lo
mismo ha sucedido con cualquier iniciativa ciudadana del estilo de las
fundaciones privadas estadounidenses, tan comunes en el país de la verdadera
Democracia: la gran mayoría de ellas, en Andalucía, no han sido apoyadas en
ningún momento por la Hydra socialista, que siempre las ha contemplado como una
peligrosa manifestación de algo que
no han sabido muy bien cómo llamar, de un no-sé-qué
que les pone nerviosos porque no aciertan a definirlo y que se conoce en todo
el Occidente libre como libertad civil.
Cada
vez que paso por el pueblo en donde vivía mi amiga y veo este ambulatorio
nuevo, cerrado como la entrepierna de una Nancy y con una ya abundante colonia
de jaramagos y caracoles sobreponiéndose a los originales parterres japoneses
que lo circundaban, lo contemplo como lo que realmente es: un monumento al
Régimen socialista andaluz; porque condensa, en sí mismo, un rosario de
conceptos que definen con nitidez azoriniana
el pusilánime aliento monocromo de la Junta a lo largo de su inexplicablemente
longeva historia: decenas, cientos de millones de euros gastados para nada; un
continente bellísimo que no alberga nada dentro; un proyecto basado en un
sinfín de estudios sociológicos que costarían en su momento una pasta, y
encargados sin duda a uno de los observatorios
en donde miríadas de cuñados observan y
observan el modo de desviar dinero público de manera que parezca que hacen
algo útil a la vez.
Este
cortísimo vuelo; este aleteo gallináceo de los dramáticamente mal formados
políticos andaluces es el que nos ha llevado a contemplar, a menudo con
delectación, cómo se han ido construyendo estos monumentos silenciosos -como es
el ambulatorio fantasma del que hablo- en tantos y tantos pueblos y ciudades de
Andalucía. Desviar dinero público es muy difícil si vives en Yanquilandia, en Alemania o en la
pérfida Albión; pero si vives en España, la cosa se suaviza muchísimo. Y si
eres andaluz, socialista y con carguito en la Junta, no te quiero ni contar lo
fácil que es, por ejemplo, encargar a una subcontrata de tu propia Agencia un Estudio de la Trazabilidad Operativa para la
Sostenibilidad Inmarcesible de los Procesos Terapéuticos Transversales en la
Comarca del Abencerraje: clink!!! 248.000 euros! Y luego, aprobar la
construcción del ambulatorio y la dotación del mismo: clink!!! 38 millones de
euros, que con los poyaque se van a
50!!!
Pero
terminada la cáscara, dónde está el
dinero aprobado y apartado para dotar al centro de salud de contenido? Quién ha
decidido paralizar el proyecto? Quién firmó la aprobación del mismo? Dónde
están los responsables? Y, sobre todo, dónde está el dinero? Por qué no se
exige responsabilidad penal -o al menos, administrativa!- a quien se gastó la
pasta de los andaluces en un hermoso bloque de ladrillos perfectamente inútil?
Qué político vino a colocar la primera piedra? Por qué no ha dimitido?
A este
ambulatorio fantasmal, tal y como está, con jaramagos y caracoles incluidos,
deberíamos colocarle una placa conmemorativa, de ésas grandes de bronce, con
una leyenda que rezara en letras grandes y mayúsculas “AL RÉGIMEN SOCIALISTA
ANDALUZ”; y abajo, ya en letras más pequeñas, “Cuya apatía, miopía y paternalismo estéril han dado como fruto la
parálisis definitiva, el gasto inútil y el exilio como solución”. Quién
sabe? Lo mismo un día la encargo hacer y me salto las frágiles cercas de
alambre que rodean el edificio para colocarla con cemento bien a la vista de
los transeúntes!
Realmente, este es el objetivo de las autonomías, muy en especial de la andaluza: hacer como que nos preocupamos por el pueblo, cuando en realidad todo es decoración y 'fachada', y luego acusar al gobierno central de falta de recursos (tras haberse fumado 78.000 millones de Europa y otros 6.000 en ERE y coca). ESTO son las comunidades autónomas. Nuevas administraciones para pasarse de unos a otros la pelota en medio de la juerga. Excelente artículo.
ResponderEliminarExcelente artículo, tu estilo me recuerda al de mi admirado escritor Antonio Muñoz Molina, andaluz jiennense que en su juventud puso su confianza en un naciente PSOE, como tantos de su generación, una generación que no liquidó a Franco, porque a Paquito lo liquidó la naturaleza, un falso mérito que se apuntó una generación que se traicionó a si misma.
ResponderEliminarCuánta razón, Catalán Juntero, así es. Yo hoy estaba leyendo precisamente a Galdós, y tengo que decir que a veces parece que estoy leyendo párrafos de Eduardo.
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