viernes, 6 de febrero de 2015

La Espada

Sergio Calle Llorens

La anécdota es algo antigua pero tiene una gran carga simbólica. Acababa de sentarme en un autobús en Málaga cuando una señora, por decir algo, me invitó a plantar mis posaderas en otro lugar. El motivo era simple; su condición de mujer musulmana y casada. Le dediqué una mirada sulfúrica antes de espetarle a la mujer con voz alta para que todos los presentes me escucharan, que íbamos en un autobús del Reino de España y que aquí no hay ley, ni la habrá, que segregue a las personas por cuestiones religiosas. Vaya que si le importunaba mi presencia, sería ella la que tendría que moverse. Terminó levantando el velo para ir de pié, jurando en arameo, el resto del camino. Algo que fue reprendido por la conductora del bus. Dos días más tarde me la volví a topar por aquello de que el destino, a veces, nos regala momentos gloriosos. En esa ocasión, el autobús estaba casi vacío pero yo, cabroncete como pocos, decidí sentarme a su vera por segunda vez saludándola con una sonora palabra hebrea; Shalom. Y allí se quedó inmóvil el resto del trayecto.

Con esta historia personal quiero ilustrarles de como se deben, en mi opinión, hacer las cosas. En realidad, la existencia es como un combate de esgrima. Nuestra guardia ha de ser precisa para echar adelante un par de estocadas que desarmen al enemigo. Buscar siempre el tercio débil del contrincante para engavinarle y pinchar a placer. Hoy día, desgraciadamente, nadie concibe la vida como un duelo pero les aseguro que se equivocan. Creo que hay que tomar la espada y trazar una línea y decir por ahí no pasa.

Si aplicamos a la vida los viejos tratados de esgrima, algo cabalísticos por otra parte, nos iría mejor a todos, porque es en el brillo de la espada reflejada en la noche cuando el enemigo comienza a tenernos miedo. Mi línea está marcada y no consiento que nadie la traspase. Esta actitud vital, por supuesto, me ha traído grandes quebraderos de cabeza como cuando un estudiante extranjero, que no hablaba nuestro idioma, me interrumpía constantemente cada vez que yo usaba la palabra español en vez de, asómbrense, castellano. Aquel imberbe muchacho terminó en el despacho del director y expulsado dos semanas a pesar de los ruegos de los de arriba. Mi defensa era clara; la rapaz se había equivocado de lengua porque yo, siendo de Málaga, desconocía esa parla llamada castellano. Igual que no domino el toscano pero soy un as con el italiano. Huelga decir que el escandinavo volvió a clase con el rabo entre las piernas y, a un servidor no le renovaron el contrato.

Hemos de marcar el territorio como un lobo alfa. No podemos bajar nunca la guardia porque la vieja piel de toro está llena de papanatas como esos que hablan de Cataluña y España como dos realidades históricas distintas. Una perversión del lenguaje que permite que el tertuliano cretino que se precie nos regale perlas tipo; "Cataluña y España están condenadas a entenderse". Ante semejante estupidez contraataco hablando de Reinos imaginarios como el de Narnia. Sencillamente Cataluña nunca ha sido una nación independiente como sí lo ha sido Escocia. Ya saben, tomo la espada y marco la línea.

Como liberal no puedo aceptar que cuatro descerebrados me escriban la historia con letra bastardilla. Por eso no tolero que nadie insulte mi inteligencia con farsantes loquinarios como Blas Infante, usando un esperpento meramente andaluz.

La vida está llena de emboscadas a media noche. Encuentros no buscados en callejones oscuros que huelen a miseria y desesperación de los que nunca habla nuestro sistema educativo. Nuestra obligación es arrojar algo de luz a este inmenso lodazal que llamamos mundo. Mirar para otro lado no ayuda. Hacerse el sueco mucho menos. La cobardía es una dolencia mental que a la larga mata. Lo importante, ya les digo, es tomar esa espada en la mano y arremeter al enemigo; El Palacio de San Telmo espera.









2 comentarios:

  1. De acuerdo al 100. Nos han barnizado con tanta educación en tolerancia, educación en comprensión y respeto a quien se ha formado en todo lo contrario. El cupo de necios, mediocres y botarates, todos osados y matones, está lleno y hay que empezar a vaciarlo

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    1. El relativismo nos ha hecho mucho daño. Esos profesores hablando de que todas las ideas son respetables es la clave de todo. Y no, las ideas de Hitler no son respetables, las de los islamistas radicales tampoco. El problema es que la gente ha dejado de luchar porque, entre otras cosas, hay mucha cobardía. Saludos

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