Eduardo Maestre
A finales de febrero estamos; las elecciones autonómicas serán en mayo (salvo las andaluzas, que Susana Díaz ha adelantado a marzo por cuestiones personales); y, que yo sepa, el Partido Popular aún no ha designado candidato alguno a la Presidencia de la Comunidad de Madrid. A escasos tres meses. A menos de tres meses!!!
Esto ya lo hizo antes Rajoy; para las elecciones europeas (acuérdense ustedes!), el gallego mantuvo en vilo a su propio partido, a la contrincante socialista, a los medios de comunicación, al Parlamento europeo y a todos los votantes españoles hasta casi sobrepasar el límite legal para presentar un candidato. En el último momento, claro, desveló el secreto: era Arias Cañete, ese Papá Noel castizo que quizás lo supiera poco antes que la prensa!
Ahora lo volverá a hacer. Mariano creará expectación; se mantendrá al margen de la batalla intestina socialista (intestina no sólo en su sentido de interna, sino en el más colorido de casquería: ese PSOE en el que abundan los navajazos en las vísceras!), con un Tomás Gómez echado al monte y embutido en un pasamontañas, reventando vías de tren al paso de los vagones pedrosanchistas.
Y en mitad de esta vorágine de cuchilladas socialistas, Rajoy hará que los medios, cada día, vuelvan a sacar la bola de cristal en todas las emisoras de radio y televisión nacionales: se barajarán cuantos nombres puedan sacarse de una chistera sin conejo; ciertos periodistas se harán los interesantes y sugerirán sombras, dirán sin decir, amagarán sin dar. Y la realidad es que nadie sabrá quién coño será el candidato socialdemócrata que el muy socialdemócrata Rajoy piensa colocar -con su luminoso y socialdemócrata dedo de E.T. compostelano- para competir por la Comunidad de Madrid.
Particularmente, me importa un rábano el candidato que coloque Rajoy, como un espantajo, al frente de la empresa PP Sociedad Limitada en su sucursal madrileña. Por dos razones: la primera, porque soy andaluz y no voto allí; y la segunda, porque no voto al PP: ni allí ni acá. Pero no puedo dejar pasar esta ocasión que estos neosocialdemócratas populares me ofrecen para reflexionar acerca de la aparente fractura que existe entre el hecho de que no haya aún un candidato, pese a la inminencia de unas elecciones tan importantes (vacío que en cualquier país con una verdadera Democracia sería impensable!) y la tranquilidad pasmosa con que se lo toman sus votantes, su partido y hasta los medios de comunicación!
Cuando hablo de aparente fractura lo digo por lo siguiente: que a menos de tres meses de unas elecciones autonómicas no haya candidato, y que, sin embargo, no se mueva Roma con San Pedro -qué digo Roma! No se mueve una hoja!-, podría hacer creer a cualquier observador internacional que la relación entre la estructura del partido y la franja de la sociedad a la que representa ha sufrido un corte en la médula espinal a la altura de la 4ª vértebra cervical, dejando tetrapléjico al corpus ciudadano. Y en dicho corpus incluyo a los medios de comunicación, que tampoco pían ante tamaña barbaridad!
Pero, claro, ese observador externo, al sacar esa precipitada conclusión, no habría tenido en cuenta el quid de la cuestión: que en España no hay representación política del ciudadano; que en España, ante unas elecciones locales, autonómicas y hasta me atrevería a decir que generales, da igual quién sea el candidato, porque lo que realmente importa es el partido que lo pone ahí, como se coloca el mascarón de proa de un barco cuyo timón gobierna con mano de hierro y desde el castillo de popa el Comité Central, generalmente constituido por un triunviro en el que, salvo en Podemos -el partido de la testosterona-, suele figurar alguna mujer.
Desconocida en España la verdadera representación democrática; ignorado el hecho de que en otros países existe la figura del diputado uninominal, que es la voz de los cien o ciento cincuenta mil ciudadanos de su Distrito; y ni siquiera imaginada la potencia ciudadana que esta representación democrática significa, quién va a echar de menos al candidato a escasos tres meses de unas elecciones autonómicas? No lo ven ustedes? Qué más da quien ocupe el cargo de Presidente autonómico o Jefe de la Oposición, si quienes dictan su actividad, quienes redactan sus discursos, quienes le facilitan las consignas, quienes anudan su corbata por las mañanas y le arropan con las mantas por las noches son los que están en el núcleo duro del partido?
Se imaginan ustedes unas elecciones a Gobernador del Estado de California en la que, a dos meses de su celebración, nadie sepa quién es el candidato republicano? Es impensable! Impensable! ...Bah! Poner estos ejemplos, cuyas equivalencias podrían ser aceptables, es un ejercicio vano, ya que en los Estados Unidos sí hay representatividad en los candidatos, conexión directa con los votantes y verdadera Democracia; en España, ninguna de las tres cosas. Es como comparar peras con microbuses noruegos!
Pero Rajoy es hombre consecuente! Rajoy actúa coherentemente. Hay coherencia entre lo que hace y lo que piensa. Qué pasa? No me creen? Se lo demostraré a ustedes!
En España, cualquier ciudadano que quiera saltar a la peligrosa arena política no puede hacerlo de pie y por su propio paso; se hace indispensable que eche cuerpo a tierra y se arrastre para pasar por la bajísima y estrechísima hendidura que se abre al pie del castillo inexpugnable de la Partidocracia. Un hombre libre, con ideas propias acerca de la acción política, por muy efectivas y potentes que éstas sean no puede manifestarse sobre un cajón de cervezas en mitad de la plaza pública y pretender, sin más, que le confíen su voto los demás españoles. Porque los españoles no podemos votar a ciudadanos; nuestra extrañísima Ley Electoral nos impide elegir a quienes realmente queremos que nos representen.
Los españoles sólo podemos votar a completos desconocidos en una lista cerrada que cada cierto tiempo nos ofrecen los distintos partidos políticos conocidos (y desconocidos) como un comerciante de paños de Tarrasa nos ofrecería un catálogo de telas para que eligiéramos una entre cien; eso sí: los hilos los tejen en Tarrasa; y según criterios ajenos al comprador!
Los españoles sólo podemos votar a completos desconocidos en una lista cerrada que cada cierto tiempo nos ofrecen los distintos partidos políticos conocidos (y desconocidos) como un comerciante de paños de Tarrasa nos ofrecería un catálogo de telas para que eligiéramos una entre cien; eso sí: los hilos los tejen en Tarrasa; y según criterios ajenos al comprador!
Las listas están confeccionadas por los dirigentes nacionales de acuerdo con los subalternos locales. Estos acuerdos se forjan no en función del interés del ciudadano; ni siquiera en función de la ideología (concepto cada vez más difuso en España) del partido en cuestión, sino a través de cábalas pergeñadas por unos y otros para establecer posiciones de fuerza dentro del hortus conclusus.
Así, candidatos como Juan Manuel Moreno Bonilla, del PP andaluz, ha sido colocado por el mágico dedo luminoso del gallego ataráxico, contraviniendo las sugerencias del PP andaluz, y pasando por encima de otras opciones que quizás podrían haber sido mucho más sustantivas y carismáticas.
Así, Tomás Gómez, mítico tocapelotas de Parla, ha sido decapitado de un hachazo certero por el Guaperas compañerosycompañeras Pdro Snchz, colocando en la peana al hermanísimo de Gabilondo, que parece un John Cleese al que, a base de leerle El Capital, le hubieran extraído todo sentido del humor.
Así, Tomás Gómez, mítico tocapelotas de Parla, ha sido decapitado de un hachazo certero por el Guaperas compañerosycompañeras Pdro Snchz, colocando en la peana al hermanísimo de Gabilondo, que parece un John Cleese al que, a base de leerle El Capital, le hubieran extraído todo sentido del humor.
Del mismo modo, Felipe González colocó a Chaves; Chaves, a Griñán. Y Griñán, abriendo su atrabiliaria cabeza de Zeus culpable mientras manaba iluminando el Cosmos un rayo de luz olímpica, colocó a Susana Díaz y -oh, manes y penates! Oh, dioses familiares!- el Verbo se hizo insufrible! …Por favor!!! Que en Andalucía conocemos a la perfección lo que significa un partido político omnisciente y omnipotentente!
Pero Rajoy, insisto, actúa de forma coherente con la maniera de hacer Política que tenemos en España, que es la única que conoce! Mariano obvia la necesidad presencial del candidato, pervirtiendo de raíz hasta la etimología de la palabra: candidato viene de toga candida, la toga blanca, nívea, refulgente con la que se vestían aquellos tribunos que se postulaban en la Roma antigua como los más idóneos para desempeñar cargos de relevancia; el color blanco impoluto, además de conferir al que lo vestía una sensación de limpieza y pureza en las costumbres, les hacía destacar físicamente en el Senado; se les veía fácilmente.
Pero Rajoy, antes con Arias Cañete y ahora con Dios sabrá quién, ha invertido el sentido de la candidatura! En vez de mostrar cuanto antes, para que los votantes se familiaricen con ella, a la persona más adecuada según su criterio o el de su partido para desempeñar el cargo de Presidente de la Comunidad de Madrid, Rajoy difiere hasta el límite el momento de hacer pública la designación!
Es como si un ciudadano romano de los tiempos de Julio César, para postularse como candidato a Cónsul (la más alta magistratura), desapareciera del Senado, de los mercados de la ciudad, de las termas, de las venationem y de la sociedad romana entera hasta pocos días antes de celebrarse las elecciones! Es impensable, no? Pues esto es lo que vuelve a hacer el Presidente Rajoy!
Por qué hace esto Mariano? Es sencillo: porque ya le ha funcionado en las europeas. Con esta estrategia, deja quemarse al candidato del adversario, que en manos de los grupos de comunicación se convierte en un pelele, y, tras crear una expectación insoportable, lanza el muñequito sobre la manta agitada, consiguiendo que sólo se hable de él (o de ella) hasta el momento mismo de acercarnos a las urnas.
Esto puede parecer una estrategia arriesgada; pero le funciona a Rajoy! Y le funciona porque en España nadie vota a candidatos, sino a partidos. Si esto lo hiciera Obama en Yankilandia… Pero qué digo? Por qué insisto en establecer hipotéticas comparaciones que no caben en cabeza humana? Estas prácticas de ocultación del candidato serían un suicidio político en una verdadera Democracia representativa como lo es la norteamericana, con su separación de Poderes y su revocación del candidato si éste se despista del objetivo para el que sus votantes lo eligieron, allí, en su Distrito!
Rajoy no sólo ha despojado a su candidato de la toga candida (la toga blanca) para que no destaque. No! Rajoy ha colocado sobre los hombros del muñequito la capa de invisibilidad de Harry Potter, haciéndolo no ya indiscernible del resto de los políticos que jadean ante la posibilidad de gobernar la Comunidad madrileña, sino directamente invisible!
Esto que hace Rajoy (ya, de forma habitual) es lo que se llama ser coherente: porque demuestra hasta qué punto un político de la importancia de un Presidente del Gobierno es consciente de la ausencia absoluta de representación ciudadana que tienen nuestros Diputados, nuestros Consejeros, nuestros Ministros, nuestros Alcaldes y nuestros Presidentes autonómicos. Mariano Rajoy actúa haciendo desaparecer bajo la capa de invisibilidad antidemocrática al candidato porque sabe, huele, siente que dicho candidato, sea quien fuere, no representa a nadie. Y lo mejor de todo es que nadie va a extrañarse de semejante estrategia! Nadie! Ni los ciudadanos; ni los militantes de su propio partido; ni los afiliados al partido adversario; ni los medios de comunicación! Nadie!
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ResponderEliminarChapeau!
ResponderEliminarEfectivamente, Eduardo. En España, la mayoría de la gente desconoce las reglas de juego de la democracia: república (igualdad de todos ante la ley) + representación (elección uninomoninal por distritos) + SEPARACIÓN DE PODERES. Buen artículo.
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