Vuelvo del más allá (de aquel que guarda Cerbero, no el que cruza Pirineos), tras este descanso eterno que tan corto ha resultado, a vengar mi muerte alargando el trazo de mi pluma para cambiar versos barrocos por dibujos y sarcasmo.
No hay mejor semblanza de lo que fui en vida que la que pintan las palabras de Don Antonio Hurtado de Mendoza en el romance que a mi muerte publicó
Ya sabéis que era Don Juan
dado al juego y los placeres;
amábanle las mujeres
por discreto y por galán.
Valiente como Roldán
y más mordaz que valiente...
más pulido que Medoro
y en el vestir sin segundo,
causaban asombro al mundo
sus trajes bordados de oro...
Muy diestro en rejonear,
muy amigo de reñir,
muy ganoso de servir,
muy desprendido en el dar.
Tal fama llegó a alcanzar
en toda la Corte entera,
que no hubo dentro ni fuera
grande que le contrastara,
mujer que no le adorara,
hombre que no le temiera.
Don Juan de Tassis y Peralta, Conde de Villamediana
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