Artículo de Luis Escribano
El panorama político actual en España no puede ser más desolador.
Mientras los "partidos de Estado" siguen con sus maquinaciones para
conseguir cuotas de poder y, por ende, subsistir a costa de lo ajeno, los
medios de comunicación les siguen el juego con arreglo a sus particulares
intereses empresariales, los ciudadanos ni reaccionan ni se rebelan, como si el
tema no tuviera nada que ver con ellos, y la mayoría de los corruptos mantienen
su estatus de impunes ante la ausencia de separación de poderes, entre otras
muchas causas.
Tras una breve ojeada a dicho panorama, llama poderosamente la atención
la desidia del PSOE, que por no tener no tiene ni se le conoce proyecto futuro
para España, salvo unos trazos imprecisos, incoherentes e incluso contradictorios
de un boceto inacabado. Coloquialmente, un bodrio.
He escuchado a más de uno decir que Podemos es un “submarino” del PP
para hundir al PSOE. Sin embargo, es más que evidente que el sumergible más
eficaz que tiene el PP en este momento es el propio Pedro Sánchez, que con sus
negaciones está consiguiendo hundir a su partido hasta extremos insospechados
hace pocos años. ¿Será su nombre -Pedro- un estigma apostólico, una profecía
evangélica? ¿Escenifica Susana Díaz a la "criada" que le señala como
aliado del PP? Sólo falta la acusación de su grupo, su tercera negación y que
cante el gallo, en este orden, pero eso no ocurrirá hasta después de las
terceras elecciones...
Pedro Sánchez, por negar, se niega hasta sí mismo. Su pensamiento bipolar,
una pandemia en el PSOE, es otra contrariedad. Quiere ser lo uno y lo otro
simultáneamente: socialista y comunista, obrero y burgués, español y
separatista, demócrata y totalitario, etc. ¡Casi un dios! Y lo paradójico del
asunto es que el mayor desafío que tiene Pedro Sánchez no es Podemos, no es
Ciudadanos, ni siquiera el PP: es Pedro Sánchez, él mismo. Aún no lo sabe, a
pesar de que es consciente de su huida hacia delante. Sólo es cuestión de
tiempo, pues sus deslices acabarán mostrándoselo.
Por lo demás, Rajoy tiene muy complicado encontrar los apoyos
imprescindibles para su investidura, como los tendría cualquier otro candidato
del PP. Y no sólo para dicho trámite, sino para la futura gobernabilidad de
España, que se barrunta de muy corto recorrido en caso de que fuera investido
el candidato popular.
No hay más que analizar el mapa autonómico y quienes gobiernan en cada
Comunidad –y en los Ayuntamientos de cada municipio- para entender una parte fundamental
del problema. Como ya saben, el PP ha perdido mucha cuota de poder territorial
en las Comunidades Autónomas. Mientras PSOE y Podemos han pactado en las
Comunidades de Valencia, Extremadura, Castilla-La Mancha, Asturias,
Aragón e Islas Baleares, en Cantabria gobierna el PRC con
el PSOE, en Canarias gobierna CC con el PSOE, y en Andalucía
gobierna el PSOE en solitario gracias al apoyo expreso de Ciudadanos. En Cataluña
gobierna el JPS con el apoyo de la CUP, en Navarra gobierna Geroa Bai
junto a IE y EH Bildu, y en el País Vasco gobierna en solitario EAJ/PNV.
Sólo en Galicia y Ceuta gobierna el PP en solitario por disponer
de mayorías absolutas, mientras que gracias al apoyo de Ciudadanos, lo hace en Madrid,
Castilla-León (fue necesaria su
abstención en la segunda vuelta), Murcia y La Rioja. En Melilla, el PP gobierna junto al
PPL.
Con estos mimbres, intenten imaginar una reunión del Consejo de
Política Fiscal y Financiera de las Comunidades Autónomas, con todos los
Consejeros de Hacienda y el Ministro de Hacienda: la torre de Babel.
El nuevo Gobierno de la nación que se constituya -la fecha es una incógnita- deberá proponer al
Congreso, entre otros asuntos capitales, dos de extrema conflictividad: la
financiación de las Comunidades Autónomas y la de las Entidades locales, medidas
que podrían venir acompañadas -o no- de nuevas descentralizaciones o
desconcentraciones de competencias estatales. ¿Intuyen la importancia de lo que
está en juego? Nada más y nada menos que los poderes de dos niveles de
gobierno, el autonómico y el local, con amplias competencias, cuyos ejercicios
pueden asegurar la supervivencia de los partidos que gobiernen en dichos
niveles a través de nóminas, contratos, subvenciones, avales, fondos
reembolsables, etc.
No lo duden: las cuestiones económicas siempre están en el núcleo de
los conflictos entre los partidos políticos, como en muchas familias. Es el
dinero constantemente recaudado (en muchos casos, confiscado) por las
Administraciones el causante de muchos de nuestros males. Todos los políticos saben
que en este Estado de partidos, el futuro de cada uno está en el aire, y
dependen "in extremis" del diseño de los nuevos modelos de
financiación.
La "cartelización" de los partidos les exige extremar las
precauciones en todo lo relacionado con los ingresos tributarios (impuestos y
tasas), y su reparto. Embaucarán a los ciudadanos con el cumplimiento del
principio de “suficiencia financiera”, y defenderán sus parcelas de poder
territorial, sin llegar a plantear siquiera lo fundamental: el exceso de competencias del Estado en
todos los niveles de gobierno, que genera un colosal intervencionismo en
nuestras vidas y una desmesurada recaudación, un hábil mecanismo que descompone
los grupos sociales –prácticamente inexistentes- y nos reduce a los españoles a la condición de
súbdito o siervo1.
No es el interés general de los españoles lo que les preocupa a los
partidos, sino las cifras de fondos públicos que maneja cada Administración
-función de la distribución de competencias, entre otras variables-, que se
traduce en cuotas de poder y, por ende, en asegurarse su futuro.
Lamentablemente, estos “partidos de Estado” no dan para más.
Por ello, no habrá pacto para la
investidura, ni regeneración democrática ni nada que se le parezca. Iremos
a nuevas elecciones, seguiremos subvencionando a los partidos de Estado,
dejaremos que nos traten como súbditos o siervos, todo con tal de no abandonar
nuestras zonas de confort y seguridad. Y esta actitud suele tener un alto
precio: civilización o sociedad que no arriesga por un futuro mejor, inicia su
decadencia y acaba desapareciendo. Éste, y no el de Pedro Sánchez, sí que
constituye un auténtico reto.
1 Si a usted, lector, le interesa su libertad
personal y su responsabilidad, le invito a que reflexione sobre ello y sobre
las ventajas que ofrece el liberalismo, ausente en la política española.
Muy buen artículo, hay que tratar estos temas importantísimos para los ciudadanos que creemos en la democracia representativa. Artículos de esta extensión y claridad harán que esta página sea nuestra guia y norte.
ResponderEliminarMuchas gracias! Estoy seguro que el tiempo acabará dándonos la razón.
EliminarSaludos!