Artículo de Luis Escribano
Si fuera cierto el rumor que circula
sobre un posible filtro en San Telmo de los documentos que se envían a la Comisión de Investigación, Susana
Díaz tendría que dar muchas explicaciones.
Ningún miembro de la Comisión de
Investigación ha preguntado a los Interventores provinciales y al ex
Interventor General sobre la inconstitucionalidad de las ayudas concedidas. ¿Se hará alguna vez?
¿Preguntará algún diputado de la Comisión
sobre los expedientes de responsabilidad patrimonial personal abiertos a los
responsables de las irregularidades e ilegalidades?
¿Preguntarán sobre la íntima conexión en
la desastrosa política de recursos humanos y el descontrol existente en el
gasto público de la Junta de Andalucía?
¿Preguntará algún diputado de la Comisión
sobre la posible participación ilegal de personal laboral en la concesión y
justificaciones o reintegros de las subvenciones concedidas?
Si el jueves pasado mostraba en mi artículo semanal que el Gobierno andaluz está noqueado,
que la parte oculta del iceberg creado por ellos mismos está abriendo
constantes vías de agua al buque “Junta de Andalucía” por la incompetencia,
impericia o desmedida corrupción de su “tripulación” (cargos políticos y determinados empleados públicos -funcionarios y contratados laborales-), en este artículo
dejaré constancia de hasta donde puede llegar la ineptitud o
perversidad en todo lo que rodea a la “Comisión de Investigación relativa a las
concesiones de las subvenciones otorgadas por la Junta de Andalucía en materia
de Formación Profesional para el Empleo (FPE), desde 2002 hasta la actualidad,
incluida su gestión, evaluación y justificación”.
Mientras más lecturas
realizo de las informaciones publicadas en distintos diarios sobre las
declaraciones de los primeros interpelados a preguntas realizadas por los
miembros de la citada Comisión, más destaca el grave deterioro de las
instituciones políticas y administrativas andaluzas.
Por un lado, el
ex interventor general de la Junta, Adolfo García Fernández, se ha dedicado a
jugar con las palabras sin entrar a fondo en el asunto investigado, mientras
que los interventores delegados han expresado sus opiniones de forma muy
dispar. A algunos se les ha notado que están arrimados al Régimen socialista
que les da de comer a base de puestos de libre designación con altas
retribuciones, intentando quitar importancia al asunto; otros, han hablado con
mayor libertad. Pero ninguno ha entrado en algunos temas que comentaré más
adelante.
No obstante, lo
más llamativo es que no he leído en ningún medio de comunicación alguna información
sobre preguntas realmente comprometedoras de los miembros de la Comisión a los
declarantes. Si algún día tuviera que participar en una comisión de investigación
parlamentaria, y me dejaran hablar libremente sobre el funcionamiento de la
Junta, les aseguro que no dejaría títere con cabeza. Por eso tengo la seguridad
de que jamás me llamarán a ninguna comisión de investigación, ni formaré parte
de ningún órgano de control en la Administración andaluza.
Parece que ha
quedado claro el descontrol en las concesiones y justificaciones de
subvenciones por parte de los órganos gestores de Empleo. Justificar las
exceptuaciones aprobadas por los distintos Consejeros que ocuparon la cartera
de Empleo –únicos competentes-, a fin de saltarse la condición de tener
justificadas las anteriores subvenciones del mismo Programa presupuestario
antes de pagar nuevas subvenciones, motivándolo en que eran muchos los
expedientes pendientes de evaluar y había poco personal para ello, es tan
ingenuo como que un profesor justifique un aprobado general a todos sus alumnos
en que no le da tiempo a evaluar todos los exámenes.
¡Coloquen a más
personal, que para eso tiene las competencias la Junta de Andalucía! La Junta invoca incesantemente su potestad de autoorganización en todas las normas que
recurre al Estado, pero para solucionar este problema, se olvida de la misma. Por tanto, justificarse en la falta de personal y llamarnos imbéciles en la cara, es lo mismo.
Si la gestión de
los recursos humanos en la Junta es pésima –insisto en el tema porque lo he
denunciado multitud de veces como “el cáncer de la Administración andaluza”-, existen
numerosos responsables de ello, y casi todos ocupan cargos –menuda casualidad-
en la misma Consejería responsable del control del gasto público en la Junta: la
Consejería de Hacienda y Administración Pública. ¿Casualidad o causalidad? No
olvidemos el papel de la Secretaría General Técnica de la Consejería de Empleo,
que junto al Consejero y Viceconsejero, tiene funciones atribuidas en materia
de personal.
Es evidente que
el círculo se cierra, aún más si tenemos en cuenta que no hay personal
especializado en las Intervenciones (entra otras cosas, no hay Cuerpos de
Interventores en la Junta), y que las normas que regulan las actuaciones de la
Intervención son de la época de Matusalén, como el conocido RIJA –Reglamento de
Intervención de la Junta de Andalucía-. Es evidente la inexistente voluntad
política de resolver la cuestión.
Si todavía hay
algún parlamentario que no es capaz de comprender la íntima conexión en la
desastrosa política de recursos humanos y el descontrol existente de los gastos
públicos (no sólo en subvenciones, pues hay muchos tipos más de ayudas
económicas), deberían de cerrar para siempre el Parlamento, y nos ahorraríamos
ese gasto inútil. Y si no lo ven, llámenme a la Comisión, y se lo explico a sus
señorías con detalle.
Y atención a lo
que les digo a continuación: a las Intervenciones no les llega todos los
documentos presentados por los beneficiarios para la justificación, sino el
“Certificado justificativo” suscrito por el alto cargo que concedió la
subvención, según el modelo aprobado por la Intervención General en una
Instrucción interna, más el documento contable correspondiente de la
justificación. Por tanto, los verdaderos responsables de la justificación de
las subvenciones son los funcionarios de las unidades administrativas que han
instruido los expedientes de las subvenciones, más el titular del órgano que las
concedió.
Que conste que
estoy dando por hecho que han sido funcionarios los que han participado en los
procedimientos, porque si hubiera actuado personal laboral, tanto de la
Administración General como de algún ente instrumental de la Junta (fundación,
agencia o sociedad mercantil públicas), la ilegalidad sería manifiesta.
Lean mi anterior artículo -Jaque mate del TSJA al Gobierno andaluz- y entenderán de qué estoy hablando. ¿Preguntará algún diputado sobre este tema, o se callarán para no levantar
susceptibilidades al personal laboral, no vayan a perder votos?
Y si grave es todo
lo anterior, peor es aún que ningún miembro de la Comisión haya preguntado a
los Interventores provinciales y al ex Interventor General, sobre la inconstitucionalidad de las ayudas
concedidas de formación para el empleo, en base a normas reguladoras
aprobadas por la Comunidad Autónoma que no se ajustan a la normativa del
Estado, que tiene la competencia exclusiva en esta materia, como ha dictaminado
pacíficamente el Tribunal Constitucional en numerosas sentencias. Entre otras,
la Sentencia
35/2013, de 14 de febrero de 2013, que conoce muy bien la Junta de
Andalucía, al haber sido la recurrente.
Si ustedes
tienen un especial interés en conocer con detalle esta cuestión, incluyendo
sentencias del Tribunal Constitucional, no tienen más que leer mis artículos
publicados en mi blog personal, en junio de 2014, y en este diario:
Invito a los
miembros de la Comisión de Investigación a que pregunten sobre la materia, y si
igualmente no lo entienden, invítenme a declarar a la Comisión y lo explicaré
con detalle.
Si a pesar de
todo, los parlamentarios no interpelaran sobre este espinoso y grave asunto, ya
saben ustedes que algo se intenta ocultar, especialmente por el PSOE andaluz y
su socio Ciudadanos, que además preside la citada Comisión: las ilegalidades
permanentes de la Junta de Andalucía que han colocado a esta Comunidad en el primer puesto en España del ranking de inseguridad jurídica.
Pero si grave es
lo anterior, no lo es menos la prescripción denunciada de los expedientes
anteriores al ejercicio de 2009, que impide reintegrar el dinero concedido y no
justificado o con justificación insuficiente. ¿De cuántos millones de euros
estamos hablando? La Intervención General tiene el dato exacto, y lo puede
facilitar fácilmente, si es que hay voluntad de hacerlo, o si alguien con
lucidez se lo pide.
A la Comisión de
Investigación le voy a dar una solución para recuperar parte del dinero que se supone
ha prescrito por la responsabilidad evidente de una gestión pésima: exijan la
apertura de expedientes de responsabilidad patrimonial personal
a los responsables, así como la consecuente indemnización a la Administración
(es decir, a todos los ciudadanos), previsto en la Ley 30/1992, de Régimen
Jurídico de las Administraciones Públicas y Procedimiento Administrativo Común,
o en la nueva Ley que en breve la sustituirá, que lo regula igualmente, así
como en el Reglamento que lo desarrolla.
¿Preguntará
algún diputado cuantos expedientes de responsabilidad patrimonial se han
incoado contra esos responsables, dado que según ha declarado en la Comisión el
ex Interventor General, Adolfo García, “la
Junta ha desarrollado una actuación «contundente e inmediata, fuera de lo
habitual», ante las irregularidades en las ayudas a la formación, «detectadas
por los propios mecanismos de la Junta». «Tenemos que vanagloriarnos de eso»”?
El señor Adolfo García podría haber sido tan espléndido con los ciudadanos y la
Comisión como lo ha sido con sus alabanzas a la Junta, y podía haber explicado
que aunque haya prescrito la posibilidad de recuperar el dinero con los
expedientes de reintegro, puede recuperarse a través del patrimonio personal de
todos los responsables de este desaguisado, aunque sólo se recupere una parte.
Ante todo esto,
el diputado y portavoz parlamentario del PSOE, Mario Jiménez, en un ejercicio
de cinismo sin parangón, declara a los medios que “las comparecencias de los interventores de la Junta ante la comisión
que investiga los cursos de la formación constatan que no ha habido «ninguna
ilegalidad» y que sólo «en el ámbito administrativo, se podría exigir alguna
tipo de respuesta»….«El conjunto de los interventores han dicho que no se ha
apreciado en ningún momento la comisión de un delito en los cientos de
expedientes analizado, no se ha apreciado ninguna ilegalidad.” (Diario ABC,
Stella Benot).
Los órganos
competentes para determinar si ha habido o no delito son los Tribunales de
Justicia, no los interventores o el Sr. Jiménez que se atribuye esa facultad, y
para colmo lo declara sin conocer con detalle el contenido de los expedientes.
Y que el mismo diputado diga que no se constata ninguna ilegalidad, aunque ha
quedado claro que los expedientes estaban incompletos y se incumplían normas
administrativas, es de traca. ¿Cómo se puede tener tan poca vergüenza por un
representante de la ciudadanía en el Parlamento? Otro signo más del Régimen
socialista, que funde –y confunde- los poderes legislativo y ejecutivo.
Por último, circula
un rumor (y como tal hay que tratarlo) sobre cierto cargo del PSOE, que fue
cesado por haber sido “imputado” (ahora investigado) por un Juzgado, que se
encarga en San Telmo de revisar o filtrar –no se sabe qué tarea realiza- la
documentación que se envía a la Comisión de Investigación, y por eso el retraso
en enviarla. Si fuera cierto, la tomadura de pelo a la Comisión –y a los
andaluces- sería mayúscula, y la Presidenta Susana Díaz tendría que dar
explicaciones.
Ojalá te leyeran muchos de estos diputados y muchos andaluces. Y que a alguno de estos diputados le diera un arrebato de heroismo (Como el que está usted demostrando) y fuera capaz de morir matando. Pero no creo que haya ninguno de estos, que sea capaz de sacrificar su carrera política, por cumplir con su deber, y su juramento o promesa.
ResponderEliminarGran trabajo
Muchas gracias por su comentario.
EliminarYo tampoco creo que a ningún político le entren ganas de solucionar esto. Seguirán con lo mismo, porque sobreviven gracias a ello.
Un saludo.